Si vieira en el siglo XXI, san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, no habría utilizado sus hojas volanderas, prefacio de la prensa vegetal, sino que se hubiera dedicado a la prenda digital, a Internet.

Es lo mismo que desean todos los editores de ese producto del siglo XX, que es la prensa-papel: convertirse en electrónicos.

El único problema es que no saben cómo hacerlo.

Les contaré una historia: José Manuel Vargas, consejero delegado de Vocento, del principal editor español de prensa regional y del ABC, pretende reconvertir este último diario, el buque insignia para conseguir un periódico viable. Se trata de seguir adelgazando la redacción al grito de no quiero en 2010 un sólo redactor más viejo que yo. Y resulta que Vargas tiene 40 años. Es lo que se ha bautizado, bueno, lo bautizamos en Hispanidad, el ABC de los becarios.

Por eso, Vargas ha cerrado la delegación de Barcelona y sigue despidiendo a veteranos por goteo.

Su modelo son los rotativos británicos, algunos de los cuales tienen una plantilla de 150 redactores, ni uno más ni uno menos. Ahora bien, los británicos han adelgazado sus redacciones de papel a marchas forzadas pero no han rejuvenecido a la plantilla. Consideran que la prensa de calidad necesita experiencia en sus redactores, buena pluma y buenas fuentes. Es evidente que un veinteañero, por muy buena pluma que tenga, carece de experiencia y de fuentes. Puede hacer un excelente trabajo en una agencia o en una televisión, pero no en la prensa, sea digital o electrónica, porque carece de fuentes. Puede hacer información, pero no información explicada, que es lo que reclama el lector de prensa, cada vez más escaso, cada vez más exigente.

Y conste que el proyecto de Vargas no me parece el mejor de todos. Me fastidia mucho más la prensa progre que vive de la deuda bancaria, deuda que termina por reducirse tras múltiples negociaciones. Los paladines de este modelo son PRISA y Mediapro-La Sexta.

La segunda cuestión a destacar en el periodismo actual sobre la festividad del patrón es más profunda y afecta al objetivismo periodístico. No sólo está muriendo la prensa vegetal, también muere la hipocresía del periodismo séptico. La objetividad no existe, claro, y ya sólo quedan dos tipos de periodistas: los periodistas subjetivos que sabe que lo son y los periodistas subjetivos que no saben que lo son, es decir, los que no lo reconocen. El peligro está en estos últimos.

Un periodista, como un juez, no tiene que ser objetivo, tiene que ser ecuánime, que es muy distinto.

Creo que la inmensa mayoría de los redactores actuales pertenecen al primer grupo, a los más sinceros, pero no sé si ocurre lo mismo con el editor.

La mayoría de los gestores de prensa, el verdadero cuarto poder, gestionan sus medios de similar forma a como gestionarían una empresa de embutidos o una metalúrgica. Los periodistas hemos cruzado el Rubicón y nos hemos pasado al periodismo subjetivo, por más honrado. Los editores me temo que no. Hay dos tipos de editores: aquéllos cuyo ideario está en la cuenta de resultados y aquéllos otros que aún tienen ideario. O si lo prefieren: aquéllos que defienden algo y aquéllos que sólo defienden a sus accionistas.

Y me temo que los segundos continúan siendo mayoría. Lo gracioso es que se definen a sí mismos como pluralistas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com