Es lógico que Manuel Zelaya no acepte las elecciones del 29 de noviembre en Honduras. De hacerlo, tanto él como su enemigo, Roberto Micheletti, desaparecerán del poder.

Ya no tendrá ninguna excusa golpista: en Honduras se habrá cumplido la ley que le obliga a no repetir mandato y tendría que irse a su casa.

Zelaya, aprendiz de tirano ha caído en su propia trampa: pidió a Occidente una negociación que le restituyera en el poder. Estupendo -le respondió Micheletti- se mantendrá usted en el poder hasta el 29 de noviembre, tal y como marcaba la ley que usted quiso vulnerar.

Esto es lo malo de negociar: que llevando tus argumentos al límite vuelves al origen, es decir, a donde no querías volver. Naturalmente, Zelaya no podía admitir tal cosa y ahora dice que no aceptará las elecciones del 29 de noviembre, aunque ni él mismo puede negar que son legales y libres.

Todo ello era de esperar. Lo que no era de esperar era la actitud de los gobiernos europeos que, como el británico o el español, niegan lo que ni Mel Zelaya se atreve a negar (no es lo mismo negar la evidencia a 10.000, kilómetros de distancia -física y política- que en la propia Tegucigalpa). Y así, el pinchauvas del Foreign Office, secretario de Estado para Europa, Chris Bryant, ya está negando, lo mismo que nuestro Miguel Ángel desatinos, la validez del 29-N, negativa que fuerza la situación de tal forma que lleva a Honduras a la Guerra civil.

Es entendible, que no justificable, que Europa no valore la limitación de mandatos como pieza clave de la democracia. Y es que en muchos países europeos, por ejemplo España, la deseada limitación no existe. Si la defiendes fuera tendrías que aplicarla en tu propia casa, y les aseguro que Zapatero nunca prometerá que se marchará en 2012, cuando finalice su segundo mandato y lleve ya ocho años en el poder.

Lo de América es más grave. En América la limitación era norma habitual. Ahora, con un continente que propende al totalitarismo, sea el totalitarismo capitalista y corrupto de los Kirchner o el totalitarismo socialista -más bien capitalismo de Estado- de los Hugo Chávez, Correa, Ortega y compañía, todos los aprendices de dictadores intentan limitar esos mandatos. E incluso algunos demócratas reconocidos como tales, como el colombiano Álvaro Uribe caen también en esa tentación de perpetuación. Me importa un pepino que Uribe se haya enfrentado al terror. Otros colombianos pueden hacerlo. Uribe no debe cambiar la ley para promover un tercer mandato. El poder absoluto corrompe absolutamente y el poder permanente corrompe de forma permanente. En definitiva, Europa no mejora y América degenera.

Por ello, el golpe en Honduras está más que justificado, aunque el espectáculo de unos militares entrando en la Presidencia del Gobierno despierte demonios dormidos. Si América y Europa deslegitiman las elecciones de noviembre (¿acaso sabemos quiénes son los candidatos) no se estarán cargando la democracia hondureña, se estarán cargando la democracia.

Por cierto, Reporteros sin Fronteras, siguiendo los pasos de Médicos sin Fronteras o de Amnistía Internacional, se ha quitado la careta. Hay que ser miserables -¡Oh queridos compañeros onegeros- para arremeter contra los colegas hondureños por apoyar el golpe. Los medios, como la mayoría de los hondureños, apoyan la elecciones del 29 de noviembre, que son las que tratan de salvar el golpista Micheletti y las que trata de hundir el democráticamente elegido, pero luego delincuente, Mel Zelaya. Lo de Reporteros sin Fronteras ya no es simplicidad: es un claro apoyo al tirano, al tirano Mel, al Nuevo Orden Mundial (NOM), al que le encanta la democracia formal y nominal, pues siempre ha sido muy elitista y ha creído que al pueblo hay que dejarle libertad pero dentro de un orden, dentro del sistema establecido por el poder, of course.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com