• Y al mismo tiempo mantiene la ambigüedad calculada: lo dice a título personal, no como presidente del PNV.
  • No quiere que el ejército español defienda la unidad de España.
  • Alerta sobre el ruido de sables que se viene oyendo en España, dice, desde 1981.
  • Y critica también al Rey por postular la indisolubilidad de España y tomar partido al respecto "con todo lo que ello provoca".
  • Reivindica para Euskadi la condición de Nación en pie de igualdad en Europa.
  • Sobre el problema catalán y sus reclamaciones de independencia: "no se ha abordado nunca la raíz del problema".
  • Sobre la formación proetarra: "dejamos que Bildu gobernara en Guipúzcoa para que se retratara".
  • Pero al mismo tiempo no descarta un pacto con ellos: "no cerramos las puertas a nadie".

Ni sí ni no, ni todo lo contrario. Íñigo Urkullu, presidente del PNV (en la imagen), ha visitado Madrid para participar como invitado en el Foro de la Nueva Economía y ha vuelto a dejar claro que la ambigüedad sigue siendo una de las señas distintivas del nacionalismo burgués vasco.

No ha dejado claro si, en el caso de ganar las elecciones, convocaría un referendum en Euskadi como el que postula Artur Mas, pero ha dicho que los divorcios se deciden unilateralmente, y ha apelado a las consultas de Quebec, al tiempo que ha reivindicado la figura de un Ibarretxe, "estigmatizado", y a quien él mismo no se ha atrevido a nombrar, aunque sí a Ardanza y a su famoso plan. "buscaremos un estatus de bilateralidad efectiva con España", ha dicho. Por favor, si alguien sabe qué sifnifica esto, que venga y nos lo explique.

Más explícito se ha mostrado al criticar la Monarquía -"me parece un anacronismo", ha afirmado-, aunque recalcó que sus declaraciones eran a título personal y no como presidente del PNV. Sin embargo, no desaprovechó el filón antimonárquico para arremeter contra la figura del Rey y su cibercarta, al tiempo que alertó sobre el ruido de sables que sólo oye él: "no es nuevo, llevamos sufriendo el ruido de sables desde 1981… Se sigue dando al Ejército la misión de mantener la indisolubilidad de España, y encima tenemos un Jefe del Estado que toma partido con todo lo que ello supone".

En segunda fila, un Anasagasti a quien los programas del corazón, hasta no hace mucho, abordaban o citaban para preguntarle sobre nimiedades como el divorcio de la Infanta Elena o si el busto de Letizia era suyo. El testigo lo ha recogido Urkullu. Declaraciones como las suyas y las de su predecesor demuestran que la Monarquía es necesaria para preservar la unidad de España. Si tanto les pica, por algo será.

El aspirante a Lehendakari reivindica para Euskadi la condición de Nación "en pie de igualdad" en Europa, al mismo tiempo que expresa lo mucho que le preocupa, "porque le preocupa Europa"-se le llena la boca con esta palabra- que Rajoy esté perdiendo el tiempo "a la hora de pedir el rescate", y "ese retraso perjudica también a Europa". Y con esto no quiere decir el ambiguo líder nacionalista que considere necesario el rescate, no crean ustedes, sino "tomar la decisión de pedir ese rescate".  

El líder del PNV teme que con la crisis se rediseñe y recentralice el Estado y se pase del "café para todos" al "no hay café para nadie", y ha explicado que cuando se diseñó esa fórmula se otorgaron competencias a autonomías que no las pidieron, y que ahora quieren incluso devolverlas, mientras el diseño se quedó corto con autonomías como Cataluña y Euskadi, "que hemos demostrado nuestra solvencia". Con respecto a las peticiones de soberanía catalana, les ha restado dramatismo en términos militares: "Nadie ha puesto misiles apuntando a Madrid".

Ha criticado a Bildu por su incapacidad absoluta para la gestión, y se ha justificado por no pactar con el PSOE y el PP para evitar que la formación abertzale desgobernara en Guipúzcoa: "queríamos que se retratara, incluso ante sus votantes". Y he aquí la guinda. Agárrense que vienen curvas. A pesar de la ineptitud de Bildu en el ayuntamiento de San Sebastián, por ejemplo en lo relacionado con la gestión de residuos, Urkullu no descarta un pacto de Gobierno con la formación proetarra: "no cerramos las puertas a nadie, otra cosa es lo que hagan los otros; que se vayan cerrando las puertas ellos".

Con tanta puerta que se abre y que se cierra y tanta indefinición, el PNV y Urkullu corren peligro de que se les enganche algo más importante que el bajo de una chaqueta de la sastrería de Javier de Juana en Neguri. Su integridad como formación democrática puede quedar seriamente dañada.

Sara Olivo
sara@hispanidad.com