• El director de El Mundo alaba la integridad del Príncipe heredero, en contraposición a Urdangarín y a su esposa, la infanta Cristina. Con doña Letizia como aliada, el periodista persigue la abdicación de Juan Carlos I: sería la muesca más gloriosa de su revólver.
  • Israel. "En Washington tenéis un amigo"… pero aún no sabemos de quién se trata.  
  • La historia de Panrico: otra empresa para el desguace o cómo el capital riesgo destruye empleo.

 

Esta es la historia de la Caza de un hombre que en tiempos de crisis con la gente desesperada a la búsqueda de culpables, en lugar de buscar soluciones, proliferan aún más.

Iñaki Urdangarín es un insensato vanidoso que, de pronto, se vio casado con la Hija del Rey, lo que le convirtió en miembro de la Familia Real. Posiblemente –que no presuntamente- ha cometido abusos de posición y delito fiscal. Una conducta poco ejemplar, que casi seguro le llevará al banquillo de los acusados y, probablemente, a la condena. Y así debe ser.

Ahora bien, ¿Es necesario que, además de eso, se le imputen trampas para librarse de la mili, que sea el presunto, esta vez sí, responsable de la prima de riesgo, de expoliar a pobres y huérfanos, además de disminuidos y que, lo más grave de todo, fuera él quien mató a Manolete? ¿De verdad?

Frente a Urdangarín, nos encontramos a Pedro J. Ramírez, director del diario El Mundo y su aliada en esta batalla, su concuñada, doña Letizia Ortíz Rocasolano, la historia viva de una ambición. 

Tiene un gran capacidad Pedro J. Ramírez, para movilizar al resto de los medios, incluso cuando no ha sido el primero en lanzar la piedra, quiero decir, en enarbolar el banderín de enganche.

Así, Ramírez ha conseguido que se abra la veda contra Urdangarín, no porque sienta querencias republicanas sino porque el estilo de Pedro J. Ramírez, calcado de su adversario, el todavía consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, consiste en ejercer el poder político y social desde el periodismo. En castizo, si algo les gusta a Perico y a Janli es quitar y poner banqueros, ministros, presidentes… o monarcas, independientemente de sus idearios. No estamos hablando de ideologías, sino de poder.

Para estos maestros del periodismo, poder es la capacidad de infligir daño al prójimo. En el caso de Pedro J. Ramírez y de Juan Luis Cebrián, su poder mediático se ejerce al conseguir cesar a poderosos, expulsándoles del poder. Así son temidos. Pedro J. se enorgullece de haber echado a Felipe González con los casos Filesa y Gal.

Sus logros tienen dos aliados: los enemigos de la víctima y los tribunales de justicia quienes, en una sociedad relativista, constituyen el único principio incontestable.

En plata: Pedro J. ya ha conseguido que Iñaki Urdangarín y su esposa se exilien de España, pues difícilmente podrán volver a ir de compras navideñas por la madrileña calle Serrano. Ya vivían en Washington, pero ahora residirán fuera, probablemente en el mismo Washington, sólo que de forma permanente. Ambos abandonarán, antes o después, sus trabajos, en Telefónica y La Caixa, y ambos desaparecerán de España, no de derecho, sino de hecho. Es otra victoria de Ramírez, una muesca más en su revólver.

Para ello se ha apoyado, una vez más, en la justicia, pero también en la mutante introducida por la progresía en la Casa Real, es decir, la cuñada de doña Cristiana y esposa del heredero al Trono, doña Letizia Ortiz. No es que la Princesa consorte de Asturias pretenda la II República, como tampoco lo pretende Pedro J. -a no ser que sea necesario para lograr una nueva demostración de poderío- sino que la esposa de don Felipe de Borbón se ha cansado de esperar: quiere ser reina de España ya. Para eso, necesita desprestigiar a su nueva familia. La princesa Elena, a pesar de ser la primogénita, ha dejado de ser su enemiga, ahora necesita quitarse de en medio a la discreta Cristina, lo que resultará una ayuda espléndida para forzar la abdicación del Rey. Me cuentan que el príncipe heredero comienza a estar seriamente preocupado por la actitud recalcitrante de su esposa, pero no ha sido capaz de imponerle prudencia. Ni que decir tiene que tanto Pedro José como Doña Letizia cuidan su amistad con mimo. Son aliados temporales: ambos buscan la abdicación del monarca, la una para acceder al Trono, el otro para conseguir otra demostración de poder.

Finiquitados Urdangarín y Doña Cristina, Pedro J. Ramírez avisa: apunta ahora a su pieza más codiciada: el Rey. Para ello, el periodista ha usado la mortífera arma del elogio. Ramírez ha cantado la honradez e integridad –para Ramírez, integridad es integridad económica porque Ramírez, como Cebrián, no son inmorales, sino amorales, que es mucho peor- con una comparación venenosa entre Iñaki y Felipe que no tenía por objeto ni masacrar a un ya masacrado Iñaki ni enaltecer a un Felipe de Borbón, que, por sí mismo, le importa un rábano, sino amenazar al Monarca. O abdica o en breve las portadas de El Mundo comenzarán a ocuparse de un asunto tabú en la democracia española: los negocios de Su Majestad, así como su vida privada. Naturalmente, en este segundo apartado, Ramírez no denunciará al Rey por sus actividades privadas sino por los estados contables… que somos gente moderna.

Y cuando haya conseguido su gran éxito, acabar con el monarca, no piense por ello su sucesor, el Heredero, se ha logrado un aliado, los aliados de Pedro J. son siempre transitorios. 

¿Merece la pena cambiar la monarquía para satisfacer el propio orgullo? No, lo que merece la pena es que la Monarquía española vuelva a ser una referencia de los valores de la hispanidad… sea quien sea el monarca. Y los valores hispánicos no son otros que los valores cristianos.  

Israel. "En Washington tenéis un amigo"… pero aún no sabemos de quién se trata  

Alon Bar no parece un embajador sino un director de cine norteamericano. El representante diplomático de Israel en España es un tipo alegre, lo cual ya es de agradecer. Durante su saludo a los periodistas, en la reciente celebración de fin de año, el embajador "sugirió" a los periodistas españoles presentes que 2012 constituya una novedad en el trabajo de los medios españoles, consistente en no criticar a los judíos. Interesante.

Le pregunto, a él y a sus asesores, por Siria e Irán. El embajador me recuerda, con esa información confidencial que los israelíes, pueblo dedicado a la supervivencia desde hace 4.000 años, manejan con asombrosa sencillez, que Siria es un enemigo jurado de Israel y que posee armas químicas.: "Ahora bien, lo que viene –en referencia a sus opositores… no sabemos si es peor. Tememos lo que hay y tememos lo que puede llegar". No he visto mejor definición de la invernal Primavera Árabe.

¿Qué pasa con Irán? ¿Atacará Israel las plantas nucleares De Teherán, como hizo en 1981 con Irak? Por ahora, me confiesa uno de sus consultores, lo primero es el embargo de petróleo, pero sobre la mesa siempre estará la opción militar: "Nuestros expertos consideran que Irán ya posee la capacidad para fabricar la bomba atómica y que en un año puede tener una".

Ahora bien, el problema de un ataque es que éste no tendría nada que ver con el de Irak de hace 30 años, porque esos mismos expertos israelíes aseguran que "tú puedes destruir sus instalaciones pero ellos ya están preparados para reconstruir su capacidad nuclear en cinco años, como máximo". En otras palabras, en el siglo XXI nos topamos con el 'pret a porter' del armamento nuclear: tu destruyes unas instalaciones y ellos las vuelven a montar en un lustro, quizá menos. Algo que da que pensar sobre la seguridad en el mundo tras el final de la guerra fría y el terror nuclear.

Y a todo esto, ¿Qué pasa con el gran aliado de Israel, es decir, con Estados Unidos, hoy con Barack Obama al frente? Me responde otro miembro de la Embajada: "A mí me tocó organizar sus comparecencias durante su visita a Israel". Como muestra, me enseña una foto donde aparece Obama ante un micrófono con mi interlocutor situado directamente detrás. Al final, me dijo: "En Washington tenéis un amigo". Y yo le creí, a pesar de que no me explicó de quién se trataba.

Yo no aprecio a los judíos sólo porque representen la cuña occidental y democrática en Oriente Próximo –que también- sino porque son los hermanos mayores en la fe de nosotros, los cristianos. Incluso cuando manifiestan odio o desdén hacia la Iglesia, la voz de Israel es la voz más oriental del occidente cristiano.

La historia de Panrico: otra empresa para el desguace o como el capital-riesgo destruye empleo.  

Historia de Crisis en Estado puro, la de Panrico, o como el capital riesgo destroza empresa y empleo.

De todas las modalidades finanieras actuales quizás la más corrosiva sea el 'private-equity'. La corrupción de lo mejor es lo peor y el capital-riesgo nació como algo insigne: ayudar a los emprendedores a montar una empresa y, una vez consolidada, venderles su participación, con el correspondiente beneficio para el fondo, naturalmente.

Pero esa función tan creativa no producía réditos con la rapidez deseada. Así que el capital-riesgo constituye hoy un instrumento especulativo para hacerse con el control de la empresa que luego se desguazan por partes, previa reducción de costes, es decir, despidos masivos de trabajadores.

Panrico es una empresa del sector alimentario, el fabricante de los famosos Donuts. Una empresa otrora pujante que ha sido convenientemente desguazada por etapas, en la última por el fondo de capital-riesgo, Oaktree.

En cuanto tocan el control lo primero que hacen es reducir plantilla. La razón es muy sencilla: no compran con su dinero sino con dinero prestado, De esa forma, el capital-riesgo une al pecado de la especulación el pecado no menor grave del apalancamiento, es decir, las dos causas de la crisis.

Hoy en día, los gestores de private-equity son respetados y alabados por los poderosos del dinero como los adalides del futuro. Más bien constituyen la vuelta al pasado, fautores de la desindustrialización que está llenando Occidente de nueva pobreza: los desempleados. El capital riesgo constituye hoy una verdadera carcoma de la economía.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com