Según García Ferreras -bendita sea la inocencia, que no la ingenuidad- Europa ha restaurado el espíritu de los mosqueteros, el todos para uno.

Y esto es falso. Lo que se ha impuesto ahora es el todos para dos: Alemania y Francia. Y lo que también se ha impuesto es la especulación financiera. La bolsa ha recibido el plan de ayudas europeo y del FMI a economías en crisis con alborozo: lógico, el beneficiado sería la especulación.

Pero, sobre todo, en Europa no se ha impuesto la solidaridad. La solidaridad ha reinado durante los primeros cuarenta y dos años de vida de la Unión Europea, desde 1950 hasta el Tratado de Maastricht, en 1992. Cuando se inventaron los planes de estabilidad, la vieja solidaridad del presupuesto común y los fondos comunes, donde los ricos transferirían dinero a los pobres se truncó por otro: a los pobres, o a los gobernantes irresponsables, no se les trasfiere dinero sino que se les ayuda a endeudarse. Que es distinto. Antes, los beneficiarios eran los países pobres, por ejemplo, los griegos. Ahora son los tenedores de deuda griega, que a lo mejor están en la Gran Manzana de Nueva York. Y los que sufren son los griegos, porque cada vez resulta más caro pagar sus salarios y sus pensiones.

Más notas para la semana que comienza:

Lo primero: ha quedado claro quién manda en la Unión Europea: una señora llamada Ángela Merkel y un señor llamado Nicolás Sarkozy. No es la Europa de los 27 sino la Europa del eje París-Berlín. Bien lo sabe el vicepresidente norteamericano, Barack Obama, quien, para pedirle a Europa que se apriete aún más el cinturón -sí, todavía más- no ha llamado al presidente de turno de la Unión, un tal Zapatero, ni al belga Von Rompuy, sino a la precitada canciller alemana.

Bien lo sabe ZP, quien ha recibido la regañina de doña Merkel -que no le puede ver porque le considera insufrible- y del francés Sarkozy -que le utiliza como peón de apoyo para aumentar el peso de Francia en el mundo-. Ambos le han exigido un plan de ajuste fiscal en España. Zapatero, impasible el ademán, les ha respondido, con toda firmeza, que si quieren un plan de ajuste, sea, pero que un plan de ajuste drástico, lo que se dice drástico, ni hablar. Vamos, que no barre más si no le compran una escoba nueva. Naturalmente, Salgado se ha apresurado a realizar un nuevo anuncio de reducción del déficit público que nadie se cree, pero es lo que hay.

Más notas. El ECOFIN y el EUROGRUPO han creado el eurolío: un fondo para rescatar economías en crisis, medio billón más otros 250.000 millones del FMI. Los especuladores se frotan las manos: ya pueden atacar a cualquier país sabedor de que, como en Grecia, los demás acudirán en su ayuda con el dinero de los ciudadanos europeos, naturalmente, o a cualquier banco que haga tonterías o a cualquier gobernante que se endeude demagógicamente para ganar votos. Debimos deja caer a Grecia -es decir, no a los griegos, sino la deuda griega- como debimos dejar caer a los bancos norteamericanos, británicos, alemanes, franceses, suizos, etc. No lo hicimos, y ahora estamos, más que nunca, en manos de la especulación financiera, bursátil, mucho más que al comienzo de la crisis.

Lo más trágico: la interpretación de la creación del nuevo fondo por traducción periodística. Consiste en que el redicho fondo de ayuda europea ha conseguido su objetivo, ha tranquilizado a los mercados: las bolsas suben y los analistas aplauden con las dos manos.

Pero hombre, claro que la bolsa sube, hemos sacrificado más dinero de todos en el altar de Moloc, el dios-mercado, mercados financieros, se entiende, insaciable en su reclamo de víctimas. Hemos echado gasolina al fuego y esto van a ser las fallas. A ver, repitan conmigo: el objetivo de la política económica no consiste en que la bolsa suba, sino en que la gente tenga trabajo y un salario digno. Los que invierten en bolsa son los que una vez cubiertas sus necesidades primarias, aún les sobra dinero para invertir en actividades especulativas, es decir, aquel rendimiento que se obtiene sin trabajar. No vivimos ni en el socialismo ni en el liberalismo: vivimos en el capitalismo pero, además, capitalismo financiero, es decir, especulativo.

Mientras, el run-rún en las calles españolas demuestra cómo interpretan los ciudadanos tanto despropósito político y tanto especulador listillo. Corre el rumor de que conviene retirar los ahorros del banco y meterlos en el calcetín, bajo el ladrillo de la cocina porque lo peor está por venir. Una traducción descabellada, pero lógica, o lógica, pero descabellada, de los despropósitos de la oligarquía que nos gobierna. Así, en el calcetín, el dinero está al abrigo del muy legal desastre bursátil.

Y ahora no sólo hablo de España ni sólo hablo de Europa. Todo Occidente reaparece en manos de líderes sin sentido común, como Obama, Merkel, Sarkozy, Brown o Berlusconi. En el caso español, nuestro líder, Rodríguez Zapatero es, además, un indocumentado, pero como no cuenta nada en el mundo su negligencia sólo la sufrimos los españoles. Es un consuelo como otro cualquiera.

Pero lo urgente es volver a la solidaridad europea, al todos para uno y uno para todos, a trasferir dinero, no deuda.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com