La capital de España se ha engalanado con las luminarias, los colores y los villancicos de la Navidad. A las fiestas navideñas del pasado año les salpicó una multitud de reproches por el alumbrado laico y este año parece que sigue en la misma línea. Creadores, artistas y arquitectos de renombre han proporcionado su ingenio en beneficio del alumbrado de Madrid. La pauta marcada por la alcaldía radica en dar un significado más laico a la Navidad.

En piadosa y empírica tradición madrileña, numerosas generaciones arriban estos días a orearse bajo las iluminaciones navideñas y alegrarse de ese soplo impoluto de esperanza que surge de las lamparillas de colores. El corazón de la villa de Madrid se ha aprovisionado de un tinte de modernidad luminosa que no todos logramos comprender.

Con iluminaciones de diseño y arbolitos minimalistas se manifiesta que la Navidad es más que una que tradición y que es bueno que los belenes y campanillas que comunicaban la buena nueva del nacimiento de Jesús, cedan paso a unas parrillas de diseño, descristianizadas.

Todas estas manifestaciones desempeñan su función al evocar que nos hallamos ante un gran acontecimiento, la venida de Cristo Dios, cuyo camino va marcado por la comitiva de los Reyes Magos.

Es un magnífico trazado escénico, posiblemente más indicado para una vivienda ultramoderna, pero no para los ojos de los críos, colmados de ingenuidad que reclaman sus angelitos en el firmamento de Madrid.

Las fiestas de la Navidad y Reyes Magos son las más importantes del año ya que representan la venida del Niño Dios para salvar a toda la humanidad, a todos los hombres de buena voluntad.

Clemente Ferrer

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