No me gustan las cadenas de oración por la misma razón que no me gustan los testimonios, tan de moda hoy en parroquias y movimientos apostólicos. Uno es así de tímido y celoso de su privacidad.

No censuro estas prácticas como no censuro cualquier otra muestra de amor a Dios. En primer lugar, porque no soy quién. Sin embargo, me ha gustado el realismo y la crudeza -¿cómo no iba a resultar crudo?- de la narración de una crucifixión. A fuer de sucinta, se entiende, pero, al igual que ocurre con la película La Pasión, cuyas fotos recoge, pero a la que complementa (los clavos de los crucificados no horadaban las manos, sino las muñecas) el montaje escenifica la crucifixión, y esto es lo más importante. Porque insisto, el hombre moderno tiende a confundir los personajes históricos con los personajes de ficción, y necesitan visionar cómo ocurrieron las cosas para asegurarse de su certeza.

Eulogio López

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