¿Recuerdan Gran Torino, donde el gran Clint Eastwood decía, en un momento dado de la película, que sus vecinos chinos tenían más semejanzas con él que sus propios parientes Pues algo así les ocurrirá si van a contemplar Una familia de Tokio, un peliculón sobre unos abuelos japoneses que trata temas tan cercanos como si hubieran sido de nuestro país.

Pocas veces encontrarán tanta emotividad como la que transmite Una familia de Tokio, el homenaje que el director japonés Yôji Yamada hace del clásico de Ozu: Cuentos de Tokio.

El argumento de este drama familiar resulta  tan sencillo como la vida misma: una pareja de ancianos japoneses, que habita en una pequeña isla, se traslada a Tokio para visitar a sus tres hijos.

Aunque los vástagos quieren acompañar a sus padres, sus múltiples ocupaciones les van dejando solos, totalmente desubicados en la gran ciudad. A partir de aquí asistiremos a una historia, que nos resulta tan cercana como si transcurriera en la calle de al lado, y donde salen a la luz temas  universales como el amor conyugal, las diferencias padres e hijos, el respeto a los mayores, la capacidad de sacrificio y bondad natural de algunas personas  etc… todo ello narrado con una sensibilidad exquisita, algo que no se hace extraño para los que conocen la trayectoria del veterano director Yamada, que alcanzó su cénit en la hermosa El ocaso del samurái.

En Una familia de Tokio el cineasta japonés logra un cóctel maravilloso en el que aúna amor y humanidad y del que irremediablemente queda uno prendido. El resultado es una película imprescindible, cuyo mensaje esperanzador provoca que se salga de la proyección  con  una sonrisa en la boca. Nuestro consejo es que no se la pierdan.

Para: Los que quieran ver una obra de arte cinematográfica