Me confiesa un compañero de Forumlibertas que la expresión más buscada en su página es la de fin del mundo. Para mí que la percepción de final de ciclo está más extendida de lo que suponemos.

En cualquier caso, lo que la gente quiere saber sobre el fin del mundo es el cuándo y el cómo. Por contra, el morbo sobre la masonería estriba en el. Quién y en el qué: ¿Quién es masón y qué hacen?

Desde estas pantallas he aconsejado con ganas la obra de mi amigo Ullate Fabo, un periodista serio (no, no es una reiteración, pero...) que lleva por título El secreto Masónico. Ullate destripa ideológicamente La masonería, porque la historia del hombre es la historia de sus convicciones. Satisfizo Ullate, en una maravilla de documentación, la historia de la masonería, pero no nuestro morbo, no el quién y el qué.

Pero ahora llega un francés, Maurice Caillet, venerable del Gran Oriente francés, y sacia nuestro morbo con Yo fui masón. Y aquí sí, aquí sí hablamos de personas concretas, rituales concretos y terminales concretos. En la vecina y concreta Francia, y no hasta la Guerra Civil. En España, la historia de la masonería siempre llega hasta la II República. Desde entonces, al parecer no hay datos.

Y si la verdad es una, el error también. Como el bien, como la belleza, las tres patas de la existencia, Por eso Caillet nos explica, con encomiable sencillez, su caso, hechos desnudos pero a través de los cuales se deja ver la deriva mafiosa de las organizaciones masónicas, el intento de control político: Miterrand, Giscard, Chirac-, la relación entre mercado de la muerte y masonería, la conversión de la tolerancia a la violencia si está en peligro el secreto del colectivo -las sociedades secretas son malas para ser secretas, independientemente de que sus fines sean bonísimos-.

Caillet satisface nuestro morbo. Y el mío es de lo más elevado. El médico Caillet casi ni se ocupa de interpretar: simplemente narra. Si fuera periodista, sería de agencia, no editorialista.

Detalles:

1. Relación de Masonería y satanismo: dejando a un lado la blasfema misa de iniciación en el grado 18, uno de los más conspicuos maestros masones, Oswald Wirth escribe en el Libro del Compañero: La serpiente iniciadora de la desobediencia, de la insubordinación y de la rebelión fue maldecida por los antiguos teócratas, pero ocupaba un lugar de honor entre los iniciados.

2. Utilización de la masonería como sociedad de mutuo auxilio económico y de corrupción: Elf Aquitaine, aquella petrolera podrida. Cuando se fusiono con Total, decidieron prescindir de un nombre demasiado unido a la corrupción de la alta sociedad francesa: Totalfina-Elf Aquitaine enseguida se convirtió en un sencillo Total. Por otra parte, el protagonista comienza a desligarse de sus hermanos masones cuando es perseguido en su trabajo como médico en la Seguridad Social francesa, controlada por sus hermanos de logia. A los masones les gusta el dinero privado, pero sobre todo el dinero público, el dinero de los demás.

3. Masonería y desmadre sexual y familiar: Los masones reivindican desde hace mucho tiempo, y lo han obtenido en buena medida en Francia, todas las leyes que favorecen el libertinaje sexual, el divorcio, la contracepción química y mecánica, el aborto, el célebre PACS (pacto civil de solidaridad o figura jurídica de convivencia entre homosexuales), manipulación de embriones y, pronto, legalización de las drogas blandas y de la eutanasia activa. Como se ve, en España ya hemos superado muchas de esas fases. Y concluye Caillet: Como pronosticó Pierre Simon, antiguo Gran maestre de la gran Logia de Francia, es todo el concepto de familia el que está derrumbándose.

Por último, una sutil aclaración, muy necesaria, sobre lo que dice la Iglesia sobre la masonería, algo reiteradamente silenciado y manipulado, además de desconocidos por muchos. Por ejemplo por la Reina de España, que mantiene relaciones con organizaciones de corte masónico, que defiende el carácter tolerante y filantrópico de la masonería. Benedicto XVI, en 1983, entonces presidente de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, dictaminaba lo siguiente acerca de la masonería: Sus principios se han considerado siempre irreconciliables con la doctrina de la Iglesia. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas se encuentran en situación de pecado grave y no pueden acceder a la Santa Comunión. Las autoridades eclesiásticas locales (los obispos) no tienen competencia para pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas mediante un juicio que implique la derogación de lo mencionado en esta declaración.

La cosa parece bastante clara.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com