Sr. Director:
Ya son muchos los días que las familias han esperado con paciencia una resolución del secuestro de los marineros del Alakrana y, como es normal, la paciencia se acaba.

El Gobierno apela a la discreción de las negociaciones y dice que todo va bien, pero las familias se desesperan escuchando a sus maridos llorar desde las bodegas del barco. Y es normal.

Nadie mejor que el Gobierno puede valorar cuál es la mejor solución, pero sea cual sea, no tienen ninguna escusa para mentir a las familias, y para permanecer impasibles como si la vida de esos marineros no estuviera pendiendo de un hilo.

Hagan lo que quieran, pero hagan algo de una vez, y sobre todo, dejen de mentir, que ya parece una costumbre.

Jorge González Barrante