No es agradable que nadie vaya a la cárcel. Ni tan siquiera Jaume Matas, ex ministro de Medio ambiente del Gobierno Aznar y ex presidente de Baleares.

Ahora bien, será Matas el primer presidente de una comunidad autónoma que vaya a la cárcel por corrupción. Y eso, en un país como España, donde no hay manera de encausar a los poderosos y donde ha reinado algo parecido a la impunidad, no puede ser malo.

Sí, me doy cuenta de que con ello se alienta el viejo cainismo español, ese deseo de las dos Españas de encarcelar o fusilar al otro, pero supongo que es un riesgo moral –no bajo– que hay que afrontar.

Porque hasta ahora lo de la judicialización de la corrupción política ha sido un cachondeo.

Y conste que hablo de un caso que me sigue pareciendo exagerado. Nunca me cayó bien el señor Matas. Ahora bien, seis delitos en fila india -convenientemente rotulados por la telesiión pública controlada por el socialista Rubalcaba, y todo alrededor de los pagos realizados a un periodista que le redactaba discursos? Jo, suena un poco rarote. En cualquier caso, que un poltiico entre en prisión no tiene por qué ser malo. Puede resultar ejemplarizante.

Eulogio López
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