El 12 de noviembre pongamos que 1,5 millones de personas salieron a la calle en Madrid para protestar contra la ley Orgánica de Educación (LOE) del Gobierno socialista. Ante una manifestación de estas características, el Gobierno tuvo que esconderse y ni la escuadra de Jesús Polanco pudo ayudarle.

Hoy se cumple un mes, y la LOE continua su camino triunfal, como si la convocatoria sencillamente no se hubiera celebrado. El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, intentó burlar a los convocantes con reuniones humillantes y haciendo lo único que sabe hacer, pobriñ dividir al contrario, a través del diálogo y el talante.

El portavoz parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, conocido tras una acertada de definición de Mariano Rajoy como La madre Teresa, Rasputín Rubalcaba tomó las riendas del asunto. Nadie negocia como él. Lo más importante a la hora de negociar es descubrir los complejos del adversario y golpear duro con regalos justo en esos complejos.

Es evidente que todo el progresismo tiene una única obsesión: expulsar a Dios de la vida pública, pero, especialmente, de la cabeza de los niños, Ya lo decían los jesuitas, que algo saben de pedagogía: todo lo que no les enseñes antes de los 12 años, o no lo aprenderán nunca o no merece la pena ser enseñado.

Pero los convocantes de la manifestación con toda su buena intención, sin duda, hablaron de la cultura del esfuerzo, cuando de lo que querían hablar era de ofrecerles a los chavales un visión trascendente de la vida y de introducirla, si fuera preciso, sí señor, a través de la disciplina perdida. Lo que querían decir es que la educación en libertad no existe, porque si se educa en libertad nadie deseará ser educado en modo alguno, salvo los niños tontos.

Querían todo eso, pero no se atreven a decirlo en voz alta, porque no es políticamente correcto, así que se aferraron a mariconada tal como la cultura del esfuerzo, el pacto escolar y otras componendas. Y lo peor: le dieron al Estado la oportunidad de intervenir donde no debe: en la educación. Porque, naturalmente, el laicismo no quiere que se catequice a las mentes sino en el más agobiante de los catecismos: el del olvido de la verdad, que es lo que hace libres.

Pero no nos perdamos: Rubalcaba, la madre Teresa del PSOE, dejó sin argumentos a los convocantes de la manifestación desde le momento en que endureció las condiciones para ascender de curso y aumentó, poco, las consideraciones laborales de los colegios que más le interesaban. ¿NO hablabais de cultura del esfuerzo? Pues ahí la tenéis: lo aceptamos, será más difícil pasar de curso. No se preocupen los adolescentes de la ESO no votan. Hasta la Federación de Religiosos de la Enseñanza (FERE) estuvo a un paso de aplaudir al teresiano Rubalcaba y desligarse definitivamente de la manifestación.

Naturalmente, donde el Foro de la Familia debía haber mantenido el pulso era en la financiación, que es el único papel que debe jugar el Estado en materia educativa. Que le Estado decida qué estudia un niño y cómo se le educa, es como si el Gobierno decidiera las terapias de los enfermos por el mero hecho de que financia la sanidad. No, el Estado no sabe de eso. En materia educativa, lo único que deben decidir los políticos es cómo pagan, con el dinero de los ciudadanos, la enseñanza de los hijos de los ciudadanos. Y la única respuesta que no protege a los funcionarios de la escuela pública ni a los empresarios de la escuela privada, es el cheque escolar, o financiación de la educación a través de los padres, para que sean estos los que elijan centros de trabajo. Es decir, para que sean los padres quienes tengan el pirulí por el palito, como dirían los amigos de Mafalda.

Por eso, Rubalcaba les ha ganado la batalla, un mes después de la manifestación anti-Loe, la LOE goza de mejor salud que nunca y saldrá con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, salvo el PP.

Eulogio López