Obama quiere enviar mercenarios, no soldados, a Libia, lo que demuestra que sigue los pasos de su odiado Bush, que envió mercenarios a Irak. A los mercenarios se les está dignificando con el eufemismo de "soldados profesionales".

No hombre, no, un soldado profesional es aquel que sirve a su patria y al que, a cambio, la sociedad le ofrece un salario porque de algo tiene que vivir, ha hecho carrera militar. Un mercenario es un señor que defiende su bolsillo, independientemente del Ejército en el que esté encuadrado y del enemigo que tenga enfrente. El militar es vocacional y los que no lo son duran bien poco; el mercenario no es más que un especialista en violencia, eso sí, muy profesional. Buena prueba de ello es que, naturalmente, un profesional cobra más que el "aficionado".

Lo mismo ocurre con la policía, nada que ver con un guardaespaldas, aunque no haga de guardaespaldas, con un responsable de seguridad privada o con un matón. Éstos son profesionales de la violencia mientras que el policía es un señor que defiende al débil del fuerte, aunque tenga que hacerlo tras pasar por el aro de la ley, que no tiene por qué ser justa pero hay que cumplirla. Y si han perdido este sentido del deber es que no son buenos policías.

La supresión de la conscripción en casi todo Occidente ha resultado un desastre moral de grandes proporciones, porque con la desaparición de la Mili la población ya no siente la responsabilidad de contribuir a su defensa.

Ahora bien, la marea conservadora sin principios morales anexos, es tan peligrosos como la marea progresista que llevamos dos generaciones soportando. El neoconservadurismo pretende privatizar el ejército y la policía. Lo cual es tanto como elevar a rango constitucional la ley de la selva. Soy partidario de privatizar casi todos los sectores productivos, especialmente los informativos y culturales, pero no cuestiones como la milicia, el orden público o la judicatura.

Eulogio López

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