¿Y  si en vez de reducir el sueldo de los funcionarios aumentáramos su jornada laboral? Porque el funcionario no tiene fama de cobrar mucho sino de trabajar poco.

Y el problema de la economía española no son los salarios generosos sino la escasa productividad. Ellos, a buen seguro, preferirían trabajar más que cobrar menos.

Vamos con las pensiones: ¿Y si en lugar de congelar las pensiones aumentamos la vida laboral más allá de los 65 años, una de las escasísimas buenas ideas salidas de la factoría Moncloa? Porque el problema de las pensiones es demográfico: los europeos no tenemos hijos porque somos muy egoístas y porque la sociedad nos lo pone muy difícil, como no tenemos hijos, la población envejece. Y anular el chequé bebé, la microayuda de Zapatero a la maternidad, no es la mejor manera de arreglar el problema.

La productividad se soluciona cobrando menos o trabajando más. Estoy seguro que la mayoría de los españoles -un país de salarios bajos- prefiere lo segundo.

Luego está la puesta en escena de esta no muy buena noticia, a cargo de las dos vicepresidentas del Gobierno, primera y segunda, que es como se denominan la una a la otra como si odiarían pronunciar el nombre de su colega, probablemente para evitar cualquier tipo de contagio.

La vicepresidenta primera, doña Teresa Fernández de la Vega, actúa como un elfo trasmutado en orco. No tengo muy claro si es una mentirosa que se cree sus propias mentiras o de una feminista tan sectaria que la verdad le importa un pimiento y lo único que pretende es derrotar al adversario. Y así, sin despeinarse, doña Teresa nos explica que el Gobierno no está KO, que no ha perdido la iniciativa, que no se comporta como un boxeador sonado. Antes al contrario, lo que ocurre es que el Gobierno está hiperactivo. Tiene mucha razón la vicepresidenta Fernández de la Vega. Como se sabe, en el siglo del eufemismo, ahora mismo, denominamos hiperactivos a aquellos chavales a los que antes calificábamos como de retardo leve. Retrasados salvables, si ustedes me entienden. Sí, el Gobierno es hiperactivo; por eso hay que cambiarlo.

Por el contrario, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, representa otro carácter y otro estilo totalmente distintos a los de su compañera primera. Doña Elena parece que siempre está a punto de pasar al lado oscuro de la fuerza, al reverso tenebroso. Supongo que duerme con una férula de descarga para evitar que sus músculos faciales, de puro tensos, se petrifiquen.

Pues bien, la segunda vicepresidenta asegura que no existe descoordinación en el Ejecutivo. Ella dijo que no iba a haber impuesto extra para ricos y no lo hay ¿O sí? Porque el presidente ha dicho que sí, Salgado ha dicho que no, la vicepresidenta primera no se sabe lo que ha dicho y lo más seguro es que quién sabe.

Sí, el Gobierno está hiperactivo total. Para ser más exactos, Zapatero está como un cencerro. Sus vicepresidentas son mucho más concretas, tienen muy claro su objetivo vital: permanecer en el cargo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com