Es un mal augurio cuando menos que Warren Buffett (en la imagen), el financiero estadounidense, haya desplazado a Carlos Slim, el empresario mexicano, como la segunda fortuna del mundo. Mírenlo de ese modo, que es realmente el único interesante. La razón es muy simple: es la prueba formal, una más, de que el dinero que mueven los 'poderosos' no está en manos de los creadores de riqueza, o sea los empresarios, sino en manos de los financieros, con mayor o menor tendencia especuladora (comprar hoy para vender mañana). Y el financiero, todo sea dicho, rota su ingente caudal únicamente para incrementar su capital, su dinero, no para producir bienes y servicios.

La tendencia en el ranking mundial de los más ricos sigue el mismo patrón que
antes de la crisis:
la especulación

La riqueza de Warren Buffet suma ya 74.400 millones de dólares y sólo está por detrás de otro que tal baila, Bill Gates (81.300 millones). La colosal fortuna de Gates procede de Microsoft, pero él ya no es un empresario, sino un filántropo con un código moral más que cuestionable y, en cualquier caso, fue un empresario y ahora es un financiero.

Esta es una de las lecturas posibles, naturalmente reposada, de la estadística de la revista Forbes, un empeño anual en el que se rompen la cabeza unos cuantos. Y a esa 'hazaña' se suma ahora la calculadora de Bloomberg, que actualiza esos datos a diario. Por eso sabemos quién es más y menos rico en tiempo real.

La tendencia de la riqueza se repite a pequeña escala y también entre países. Vivimos en un sistema financista, esencialmente especulativo, en el que la codicia -consistente en entender el dinero como un fin, no como un medio- trepa a su antojo con un único objetivo: comprar y vender obteniendo plusvalías, al margen del bien común (eso les pilla muy lejos). Es la misma razón que hace que los más ricos se hayan multiplicado durante la crisis, gracias al movimiento del dinero, y que la brecha entre ricos y pobres haya aumentado. Y a los asalariados, encima, les han bajado el sueldo, aunque sean de hecho más competitivos. Las desigualdades crecen, en suma, ¿cómo no van a crecer Lo prueban todos los informes de los bancos de inversión o los últimos de la OCDE y de la Organización Mundial del Trabajo (OIT).

Comparado con lo anterior -un problema de la economía real-, lo de Buffet o Slim es una anécdota. En cualquier caso, hay que descender hasta los puestos tercero y cuarto entre los más ricos del mundo, para encontrar a dos empresarios, Carlos Slim (72.700 millones), cuyo buque insignia es America Móvil y el español Amancio Ortega (60.000), dueño Inditex. ¿Qué quieren que les diga Las cifras marean pero hay una diferencia enorme: la que separa que la gestación de una fortuna se nutra con el trabajo o con el patrimonio. El señor Slim hace telefonía y, al margen de  la mayor o menor eficacia con que lo haga, resulta que la telefonía aporta al bien común un servicio hoy fundamental. Y con el señor Amancio Ortega pasa lo mismo: lo haga mejor o peor, fabrica ropa, un bien bastante necesario para los seres humanos.

Lo que ha hecho de repente más rico a Buffet que a Slim es la revalorización de su brazo inversor, Bekshire Hathaway (sus acciones han subido un 26% más en el último año). Es la herramienta para que Buffet sea un tipo cada vez más forrado. Y conste que no es el más especulativo de los financieros, pues suele permanecer bastante tiempo en sus inversiones (por ejemplo, Coca Cola). Pero no es un señor que produce para cubrir necesidades y con ello crea puestos de trabajo. Su plantilla suele ser un grupo reducido de yupis con un único objetivo: aumentar su capital.

Rafael Esparza

rafael@hispanidad.com