El Diccionario de Autoridades, el primero de la lengua española, añadía unos versos a cada término definido. Versos donde, por supuesto, se incluía la palabra definida.

Era una forma, no sólo de enseñar la forma más elevada de música, que es la poesía, sino de resucitar una instrumento como el diccionario, instrumento muerto, que sólo revive cuando la palabra cobra sentido, cuando se alía con otras palabras para formar frases, conceptos y proposiciones. Una palabra no deja de ser un eslabón, necesita de otras para formar la cadena de la razón.

¿Puede leerse poesía en pantalla de ordenador Seguramente sí, pero para leer poesía en pantalla antes hay que haber leído poesía.

No son malos tiempos para la lírica por el hecho de que leamos y escribamos con un ordenador y no con papel y pluma, sino porque despreciamos lo sencillo y complejo -es decir, lo bueno- y tendemos a lo simple y complicado.

La poesía es la forma más sencilla de pensamiento y sólo las mentes complejas, que no complicadas, son capaces de acceder a lo sencillo. No es casualidad que la poesía mística haya alcanzado la cima. A fin de cuentas, el ser más sencillo y más complejo -nada simple y nada complicado- es Dios.

La Real Academia Española (su sede en la imagen) prepara la próxima edición (XXIII) del Diccionario. ¿Y si volviera al Diccionario de Autoridades, cada término con un cita literaria en verso

Además, el académico Juan Luis Cebrián podría venderlo con El País y sacarse unos euros, de los que tan necesitado está (El País, o él).

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com