Se lo dice la Santísima Virgen María a la madrileña Marga, en las revelaciones privadas recogidas en el Triunfo de la Inmaculada, y es un análisis económico mucho más profundo que los que veo perpetrar a los analistas financieros, que parecen escribir sobre plantilla previa. Ahí va: "la crisis mundial va a ser tan grande, que todos los que poseen mucho verán en poco tiempo cómo se quedan sin nada y sin poder mantener sus posesiones. Serán reducidos incluso a la pobreza".

Estas palabras fueron reveladas el 23 de diciembre de 2008, tras la caída de Lehman Brothers, aunque la crisis comenzó 15 meses antes, en el verano de 2007, con los primeros sustos 'subprime', es decir, especulación sobre productos estructurados. Es decir, la punta del iceberg contra el que nos hemos estrellado y en la que nos estamos hundiendo.

La clave de esta crisis radica en que no perseguimos crear riqueza sino aumentar la que tenemos sin producir nada, a costa de especular en los mercados financieros

Que no, que esta no es una crisis económica, es una crisis moral. La clave está en que no perseguimos crear riqueza sino aumentar la que tenemos sin producir nada, especulando en los mercados financieros.

Todavía los ricos han aprovechado la crisis para convertirse en ultra-ricos, eso es verdad. Pero cada vez son menos los que tienen más y la crisis ha afectado ya a las clases medias, aquéllas que poseían un patrimonio que se está dilapidando.

Y sobre todo: la crisis que comenzó en  2007 ha afectado a los países de Occidente, es decir, los más especulativos de todos, aquellos que poseen los grandes mercados financieros, aquellos que ya sólo producen dinero. Pero esos mercaderes del dinero caerán porque terminarán por no tener sobre qué especular: tanto han dinamitado la economía real que no tienen a quién exprimir, de la misma forma que durante la revolución industrial los patronos se dieron cuenta de que si continuaban explotando a los trabajadores con salarios de miseria, no podrían comprar sus productos.

Un consejo, a partir de ahora que su propiedad sea tangible, no financiera. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com