Sr. Director:

Durante años he formado parte del Ejército Español, y sigo siendo soldado de España pues el juramento que libremente presté me obliga hasta la muerte. Y en dicho juramento me comprometí, como todos y cada uno de los militares, a servir a España y a defender su integridad y su soberanía.

Tal obligación, impresa en el artículo 8º de la C.E./78, es preexistente a dicha Ley y tiene vocación de ser ulterior, en caso necesario. Porque en el juramento de servir a España los militares honrados apostamos todo nuestro honor; en el juramento de servir a España apostamos toda nuestra vida; en el juramento de servir a España apostamos todo nuestro ser.

Y con el honor nos jugamos nuestra palabra y nuestra dignidad; con la vida, cada latido de nuestros corazones y todos y cada uno de los segundos que la forman; y con el ser, nuestra esencia como seres humanos, previa ésta a cualquier derecho.

Todo esto porque los militares honrados unimos nuestro destino al destino de nuestra Patria, España: si a ella la desmembran, nos desmembran a nosotros; si la humillan, nos humillan a nosotros; si la destruyen, nos destruyen a nosotros.

Que a nadie le quepa duda de que la milicia, religión de hombres honrados, luchará para evitar esa injusticia. Y desde Numancia hasta Afganistán, de Flandes a Bailén, millones de almas clamarán y miles de vidas se ofrecerán contra esa desmembración, esa humillación y esa destrucción.

Juramos servir a España, y no haremos sino cumplir nuestro juramento. Ni más ni menos.

Diego Garijo Pintos

dgarijop@yahoo.es