Me lo cuenta alguien que regresa de Roma de una entrevista con un alto miembro de la Curia, un intelectual. Y tengo toda mi confianza en esas fuentes. El susodicho alto cargo de la Curia se refería a un tercero aún más conocido por el gran público, quizás menos intelectual, con un lenguaje de injurias, sarcasmos, calumnias o difamaciones -nunca lo sabré- que asustaría al Gran Wyomyng, por mencionar al rey de los difamadores en versión hispana.

Cuando un alto purpurado habla así de otro, ambos próximos al Papa Francisco, es que sí, se necesita una reforma de la Curia, y de los corazones de muchos curiales. Pero a eso nunca se le ha llamado reforma, se le ha llamado conversión. Y afecta a las almas, no a las instituciones.

Sí, la Curia vaticana necesita una reforma, pero no administrativa sino del corazón

Insisto, ni banco vaticano, ni 'vatileaks', ni reforma de la Curia ni demás chorradas periodísticas. La única reforma que se piensa es la conversión de los corazones, especialmente entre la jerarquía, que debe dar ejemplo. Si en el corazón de la Iglesia reina la calumnia, entonces mal vamos.

Es cierto que las grandes aberraciones siempre se perpetran al lado del altar, por aquello de que la corrupción de lo mejor es lo peor. Pero caramba, el asunto me ha dejado de piedra.

Eulogio López

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