Los Kirchner, fieles seguidores de Zapatero, ha conseguido que el Senado argentino apruebe el matrimonio homosexual (nº 722), el homomonio, y con un proyecto que les permite, también, adoptar.

Una copia de la reforma del Código Civil de ZP en 1985. Como ocurrió en España, no es que los sodomitas argentinos desean casarse ni mucho menos educar hijos, se hace simplemente por fastidiar.

Néstor Kirchner presionó hasta el último momento y una sociedad como la Argentina, menos abotargada que la española en la defensa de los valores no negociables, no logró detener la violencia del Estado y la presión violenta de la minoría gay para aprobar este engendro legal.

La senadora Liliana Negri, una persona coherente, fue insultada por los gays, los mismos que golpearon a los manifestantes que defendían la familia natural ante la cámara legislativa. Todo ello mientras la policía argentina miraba hacia otro lado.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, conocida como la Barbie, invitó a viajar a China a dos senadoras contrarias al gaymonio (Ada Itúrrez y Marina Riofrío) que aceptaron de buen grado el agasajo presidencial y dejaron sus principios en la percha. Por tanto, 2 votos menos. Y ojo, porque la ley se aprobó por 33 votos a favor, 27 en contra, tres abstenciones y, atención, 9 ausencias dolosas, contrarias al homomonio pero dispuestos a no jugarse carrera política.

Por supuesto, nadie como el argentino Juan Claudio Sanahuja, en Noticias Globales, para demostrar esta violencia gay, que él califica de inquisición (no estoy de acuerdo con Juan Claudio: los sodomitas no persiguen, como los inquisidores, a los correlegionarios, sino a los otros, a los normales, a todos los demás). No son inquisidores, y como degenerados que son, muy violentos. Son los ultra-gays, cada día más peligrosos.

Algo similar, que de coherencia hablamos, es lo que ha ocurrido con Vicente Conde en el Tribunal Constitucional, personaje nombrado por el Partido Popular que ha brindado al PSOE la posibilidad de no paralizar la ley de aborto. Un chico del Partido Popular, católico él, que ha decidido no paralizar la ley del aborto, hasta que el Tribunal decida, lo que puede suceder -vistos los cuatro años de debate sobre el Estatut- dentro de mucho tiempo. Considerando que cada día se perpetran en España 330 abortos el señor Conde puede respirar tranquilo: su coherencia es ejemplar, propia de la derecha pagano-pepera.

Tanto don Vicente como los senadores argentinos que no acudieron a votar o se abstuvieron deberían reflexionar alrededor del concepto de coherencia. Juan Pablo II repetía que el martirio del siglo XX era la coherencia. Si no, que se lo pregunten al juez Fernando Ferrín, condenado por pedir un informe pericial para demostrar lo evidente: que una niña se cría mejor con un padre y una madre que con dos padres o dos madres.

Eulogio López

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