Lo dice Marga, la madrileña que experimenta locuciones de Cristo y de la Virgen María. Ahí va: "La mayoría de ustedes no vive una vida matrimonial según Dios. Por eso tanta tristeza y tanta desdicha. Si no hay apertura a la vida, si dejáis la Iglesia porque no os permite vivir con anticonceptivos o si habéis encontrado un cura que os da el visto bueno por su cuenta, porque vosotros le engañáis con los 'supuestos' personales".

Probablemente esta advertencia no sería necesaria hace una generación ni lo será dentro de otra. Ahora sí, clérigos y laicos se autoengañan, por ejemplo, en la inexistente distinción entre anticoncepción y aborto… porque todos los anticonceptivos que se venden hoy en las farmacias son potencialmente abortivos.

También se engañan en la utilización del anticonceptivo como regulador del ciclo femenino. Todos sabemos que lo regula tanto como lo des-regula, en cuanto dejan de tomarse la pildorita.

Podría seguir con otros ejemplos pero lo importante no es sólo el número de abortos químicos que se perpetran, más numeroso que los quirúrgicos y más 'inadvertido'. No, lo importante, también, es que se está justificando un ataque contra el principio clave en el que se resume todo el derecho a la vida. "Desde la concepción a la muerte natural".

Y se está haciendo, también, en matrimonios católicos y por consejo de clérigos y formadores que no saben de lo que están hablando, que no quieren saberlo, o que ceden a la presión ambiental, a lo políticamente correcto. 

Y de ahí viene la tristeza. Ocurre siempre en que los cónyuges se convierten en cómplices.

Si estás en esa trampa mejor salir de ella cuanto antes.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com