A partir de ahora, mi país favorito es Islandia. ¿Por qué? No es que Islandia no quiera pagar las deudas de sus bancos, es que los islandeses han hecho lo que tenían que hacer y debió hacer todo el mundo: dejar quebrar a sus bancos quebrados.

Para mí, quien mejor lo ha explicado es La Vanguardia, sobre todo cuando explica así la situación: "el volcánico pueblo islandés volvió a dejar claro este fin de semana que no piensa dar su brazo a torcer y menos aún cuando se trata de pagar con el dinero de todos los errores cometidos por la avaricia de unos pocos". Ahí radica la almendra de la cuestión. Cuando se trata de "rescates", pobres y ricos están pagando la avaricia de los ricos, de políticos y banqueros.

De inmediato, el vicepresidente y comisario de Economía, de la Unión Europea, el español Joaquín Almunia, ha amenazado a Islandia con negarle la entrada en la Unión. Al paso que va la UE, para mí que los islandeses no deberían tener mucha prisa.

En definitiva, un hurra por Islandia, mejor, tres, porque ha sido el único país que ha dejado quebrar a sus bancos y con ello ha conseguido rehacer su economía. El único. Las grandes potencias occidentales han aceptado el chantaje de los mercados y de los Gobiernos al servicio de los mercaderes y han forzado a que todos los contribuyentes, en plena crisis, paguen las pérdidas de los bancos o las pérdidas de bancos especuladores y a los gobernantes que han remitido alegremente deuda, con lo que provocaron la crisis de 2007 que aún hoy padecemos. Es decir, que son las víctimas las que pagan a sus verdugos.

Islandia marca el camino para salir de la crisis pero, además, demuestra un hecho vital, que seguimos olvidando. ¿Quién quiere llevar a los tribunales a la República de Islandia? Holanda y Reino Unido. Y esto demuestra que cuando rescatamos a un país, Portugal, por decir algo, no estamos rescatando a los portugueses sino a los inversores en deuda portuguesa, que es muy distinto. Si Islandia salva a sus bancos, está salvando a los inversores británicos y holandeses que poseían acciones de esas entidades, productos emitidos por esas entidades o deuda pública islandesa. En cualquier caso, no a los islandeses. Y los "rescatamos" con dinero europeo pero obligando a los portugueses -continúo con el ejemplo del país vecino- obligados a apretarse el cinturón cuando se están quedando con pantalones. El rescate no es gratis: empobrece al rescatado para que no pierda el rico que invirtió.

Y esto es bello e instructivo, porque Islandia nos ha quitado la careta a toda el progre-capitalismo occidental.

Si dejamos quebrar a bancos y a países saldremos de la crisis. Perderán los inversores, es decir, aquéllos que tenían dinero para invertir una vez satisfechas sus necesidades primarias. Es triste sí, pero mucho más triste e injusto es que todos tengamos que pagar la avaricia de unos pocos.

Y, de paso, la quiebra es la única forma de que políticos y banqueros dejen de jugar al Monopoly con el dinero de los demás.

Por cierto, ¿le ha ocurrido algo a Islandia por quebrar? Sí, le ha ocurrido algo: tras pasar dos años en el hoyo, ahora ya crece y su economía empieza a ser más robusta que antes de la crisis. Lo que no puede decirse de España.

¿Viva Islandia!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com