Un contrato único, un salario digno, unos impuestos lógicos

La semana que termina ha convertido a Francia en terreno revolucionario. A fin de cuentas, esta es la principal función por la que el Padre Eterno creó a los franceses, y es de justicia que se mantenga en su cometido.

Francia es, sin lugar a dudas, el país más vago de Europa. No es que lleve 30 años viviendo por encima de sus posibilidades. Es mucho peor: es que está muriéndose por encima de sus posibilidades. Cuando se fusionaron las dos tabaqueras de España y Francia, Tabacalera y SEITA, para formar Altadis, los trabajadores españoles se hacían cruces con los días de asueto de los que disponían los franceses. Alguien hizo cálculos, y llegó a la conclusión de que los trabajadores de SEITA trabajaban poco más de la mitad de los 365 días del año.

Al mismo tiempo, el sistema laboral es muy rígido, el subsidio de paro generoso y el desempleo asentado en las proximidades del 10%, como en España, aunque nosotros venimos de más altas cumbres.

Total, que el Chirac, ese experto en quemar primeros ministros, para fastidiar a Nicolas Sarkozy no se le ocurrió otra cosa que colocar de primer ministro a Dominique Villepin, uno de los personajes del Nuevo Orden Mundial, pero demasiado ambicioso como para renunciar al cargo. Y Villepin ha sido tan ingenuo como para intentar desafiar al dragón, es decir, reformar el Mercado de Trabajo.

Y encima lo ha hecho mal. A una macedonia de contratos laborales del más diverso pelaje y condición que es la situación que reina en Francia y en casi toda Europa- se le ha ocurrido añadir otro, un contrato en prácticas, absolutamente precario para los jóvenes. Es decir, a Villepin se le ocurre complicar aun más una normativa ya extraordinariamente compleja. Conclusión: las calles de Francia se han llenado de jovencitos deseoso de armar bronca.

Precisamente, su gran rival para las presidenciales del próximo año, el precitado Sarkozy, que tanto gusta la derecha española, propone lo contrario, que es lo lógico : un solo contrato para todo el mundo, con un despido más flexible, que le quitará al empresario su miedo cerval a contratar, porque en algunos países, como España y Francia, más que contratar a un trabajador te casas con él, en indisoluble unión, pero, eso sí, con mejores salarios.

El Estado del Bienestar ha llegado a un punto en Europa que sólo hay dos tendencias, que no son de izquierdas ni de derechas, sino de sentido común: la de los que quieren trabajar menos, ganar lo justo y aprovecharse de la protección social, y los que desean justo lo contrario : trabajar más y cobrar más. Un solo contrato, siempre indefinido, un salario digno, unos impuestos lógicos más reducidas las cuotas sociales- y la máxima simplificación a la hora de contratar.

O Villepin o Sarkozy. Yo me quedo con Nicolás y que Dominique se quede con sus contratos basura

Es la evolución lógica, hacia unos salarios mínimos dignos, que tiren hacia arriba de toda la escala salarial y hacia algo muy parecido al despido libre. El trabajo para toda la vida crea, principalmente, funcionarios, mientras que el autónomo es el trabajador más competitivo. La solución es la antedicha: trabajar más y cobrar más. Impuestos, sólo los justos.

Quizás todo lo anterior son obviedades, que cualquier persona sensata reconoce. Pero, caramba, lo que cuesta ponerlo en práctica.

Eulogio López