Ya lo dijo Einstein. Es más fácil romper el átomo que romper un prejuicio, y si se trata de un prejuicio mediático, es decir, un prejuicio amparado por los medios informativos, entonces apaga y vámonos. No obstante, por la salud psíquica de los pueblos, debemos intentarlo. Renace la lucha -¡oh, cuánta nobleza!- contra la piratería en Internet. España, mea culpa, es el país de Europa que más dichos y películas piratea. El top manta es peor que las redes del narcotráfico : estas sólo destrozan personas, pero los negritos callejeros arrasan con la labor creativa de las multinacionales.

Es más, Televisión Española nos explicaba en la noche del jueves lo que se lleva cada cual del precio de un disco : compositor, cantante, empresa, distribución, detallista, etc. Sólo que se le olvidó mencionar, vaya usted a saber por qué, lo que se llevan las entidades de gestión de derechos de autor, los adalides de la propiedad intelectual, las llamadas ocho hermanas (en Hispanidad hemos publicado el nombre de todas ellas) capitaneadas por SGAE.

Son éstas, la SGAE es un intermediario perfectamente suprimible, verdaderas máquinas de hacer dinero por doquier: o cobrando a la televisión un porcentaje o creando impuestos (sobre CDs, sobre fotocopias y, ahora, el último invento, intentando poner un canon sobe las líneas de banda ancha, ADSL). En estos momentos, y a la espera de la definitiva Ley de Propiedad intelectual del actual Gobierno, lo cierto es que las sociedades de derechos, tienen una influencia manifiesta en la ministra de Cultura, Carmen Calvo, cuya afición principal es eso que llamamos creatividad artística.

Todos estamos contra la piratería, aunque desearíamos que bajaran los precios de la industria cultural. Ahora bien, en esta nueva campaña contra la piratería no se están protegiendo los derechos de los creadores, sino los de las multinacionales que controlan el cotarro y los de las sociedades de derechos de autor, que se están convirtiendo en multinacionales. Por una parte, gente como la SGAE y Teddy Bautista cobran a los canales de TV un porcentaje de su facturación independientemente del uso que hagan de las canciones, bandas musicales, etc. obra artística de los representados por SGAE. De esta forma, es como si las ocho hermanas defendieran a todos los artistas y creadores del mundo mundial. Luego, ellos, por ejemplo Teddy Bautista, el hombre de la SGAE, reparten el dinero como les viene en gana, empezando por ellos mismos. Las entidades gestoras de derechos de autor deberían ser entidades sin ánimo de lucro, pero tienen unos beneficios millonarios.

Por otra parte, segundo elemento de la actual campaña contra la piratería, y a pesar de la oposición tajante del titular de Industria, José Montilla, la ministra de Cultura, Carmen Calvo, una de la cabezas más peligrosas del Ejecutivo Zapatero, insiste en aplicar nuevos cánones o impuestos, en este caso al ADSL, utilizado por muchos ara bajarse canciones o películas de Internet.

Uno diría que si las autoridades quieren luchar contra la piratería en Internet, lo que tienen que hacer es localizar las páginas WEB que piratean canciones y películas, no imponer un nuevo impuesto (que acabará administrando la SGAE, no lo duden ni un segundo) a todos los ciudadanos para compensar la piratería.

Y lo mismo ocurre con el top manta. Resulta ridículo perseguir a los negritos callejeros en lugar de a las firmas que se los proporcionan. Aún es más ridículo pretender compensar esa actividad ilegal con un canon sobre CDs vírgenes o similares. Y también es ridículo exigir un impuesto revolucionario a las televisiones, independientemente del uso que hagan estas de la propiedad intelectual.

Porque contra la piratería estamos todos, pero también estamos contra la utilización mercantil de la nobilísima lucha contra la piratería por unos intermediaros desaprensivos.