Jonás Trueba, hijo del oscarizado director Fernando Trueba, debuta detrás de la cámara tras haber abordado antes la faceta de guionista en películas como Más pena que gloria, Vete de mí o El baile de la Victoria.

Todas las canciones hablan de mí no es la clásica historia de chico busca chica sino más bien de chico trata de olvidar chica. Es decir, no cuenta el principio de una relación amorosa sino la dificultad de sobrellevar una ruptura sentimental.

Para narrar esta historia de amor, llena de recuerdos, Jonás Trueba opta por utilizar flash-back precedidos de frases muy literarias que impostan demasiado el relato. No obstante, el mayor problema de esta comedia no es tanto esas transiciones discutibles sino el retrato que realiza de la generación que se encuentra entre los veinte y los treinta años a los que retrata como una juventud inmadura, que más que vivir vegeta. Unos jóvenes incapaces de entender el sentido de la entrega que supone el amor, lo que les conduce a frivolizar con el sexo, todo ello traducido en imágenes con un humor fácil, poco ingenioso.

Por tanto esta comedia ambientada en Madrid, a pesar de lo que afirma su director, queremos pensar que no es un retrato fidedigno de los dilemas vitales, intelectuales y amorosos de los nacidos entre los años 80 y 90. Si así es ¡pobriños!

Para: Todos los que vean comedias juveniles aunque muestren a jóvenes descerebrados