Sr. Director:
El mundo se ha vuelto loco y desquiciado. Camina desnortado, en la opacidad y sin un futuro claro.

El panorama global, individual, social, familiar, nacional e internacional es inquietante y para millones de humanos, desesperante. La religión, la política, la moral, la economía, la familia, los principios, la honradez, el respeto a la vida, al prójimo, a los valores tradicionales, se han ido difuminando y desapareciendo "progresivamente".

En su lugar, el vacío, el nihilismo, la propaganda, la mentira, la inseguridad, el sentido de la culpa, el remordimiento, el materialismo y el relativismo… Los eslóganes en algunos medios y en la boca de muchos son: Dios no existe, todo vale, los culpables son los otros, todo acaba con la muerte, tonto el que no roba y engaña, el placer, el dinero, el sexo, el poder, la diversión, la evasión, etc., es lo único que cuenta. ¡¡A vivir que son dos días!!…

Frente a este panorama, no de anuncios de calamidades, sino de realismo puro y duro, surge el grito de minorías fieles a unas creencias, a unos principios, a una moral, a unos comportamientos y sobre todo fieles a una persona histórica, de carne y hueso, única, e irrepetible que vivió hace 21 siglos en Palestina, pasó haciendo el bien, no escribió ni una línea, fue crucificado, muerto y sepultado y que según sus amigos no creyentes y cobardes, testimoniaron por doquier que vive, que ha resucitado.

Se trata de Jesucristo, que dijo de sí mismo que era, el Camino, la Verdad y la Vida, la Luz y la Salvación para todos los humanos sin distinción. Hoy como ayer y siempre su persona sigue interpelando a los que buscan salida a sus vidas en el presente y en el futuro.

Pregunto: ¿Dónde están hoy día los discípulos de Cristo que se llaman y son cristianos

Miguel Rivilla San Martín