En la SER, el tema de un rato de la tertulia ha sido la ley de memoria histórica. José María Ridau se preguntaba por qué la historia se ha convertido en sujeto de debate político. El debate histórico se va abriendo paso en el ámbito político, y deberíamos preguntarnos si esto debe ser así. La dictadura dejó sus símbolos, como el Valle de los Caídos, qué hacemos con esa cuestión, más que abrir un debate sobre lo que fue o no fue la república o la guerra civil.  Pero ¿qué justifica que ese debate pase al ámbito político?, si vinculamos nuestra suerte presente al pasado, hacemos un flaco servicio a la libertad. Si disentir sobre una cuestión del pasado nos lleva a mordernos otra vez no estoy seguro de que estemos avanzando.

 

Otro tertuliano de la SER afirmaba que cada familia tiene su historia. Nadie puede negar que la república fue un intento por modernizar la sociedad española, pero al final, no hay regímenes, hay hombres. ¿Puede negar alguien que Francia es un poco la patria de la libertad y los principios? El problema está en los hombres que la hacen. No quiero que me engañen, la fórmula ideal es la que dice José María, que esos puntos se traten en el ámbito académico.

 

Y Joaquín Estefanía opinaba que la transición tuvo cosas muy positivas. Recuerdo una frase de las memorias de Alfonso Guerra, que cuenta que la comisión constitucional reunida para la de 1978, tuvieron que intervenir para hacer una constitución de consenso. Todos coincidimos en que la II República fue un deseo frustrado de democratización de este país. Yo creo que es el único acontecimiento histórico, donde los perdedores han hecho la historia,  como no ha trascendido eso, hay que hacer ese debate.