Avanzada la semana aún permanecen los ecos del Foro económico del PSOE celebrado el pasado fin de semana. Es como si en la City madrileña se hubiera desinflado todo el crédito del vicepresidente económico, Pedro Solbes, el supuesto gran talento socialista. Personalmente siempre tuve la sensación, y la mantengo, corregida y aumentada, de que aquel hombre que tranquilizaba a los mercados más bien los dormía. O como decía un ejecutivo español, "el ‘chino' aburre a los difuntos". Lo cual puede ser positivo. Hay gente inteligente que piensa que la mejor política económica es la que no existe, y que el deber primero de un ministro de Economía es el que Solbes ejerce con encomiable diligencia: hablar mucho y no hacer nada, dejar a la gente que haga la política económica y conformarse con fastidiar al personal lo menos posible. No creo que tan liberal postura sea cierta. No puede serlo mientras el Estado comande el 40% del PIB, y su influencia -generalmente perversa- sobre la política de rentas es temible. Pero hay que reconocer que a la vista de las barbaridades a las que son tan aficionados los ministros del Tesoro, dan ganas de dar por bueno el principio.   Al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez se le entiende mejor. Es más listo y tiene más mala uva. Pertenece al grupo de políticos del PSOE convertidos al capitalismo desde la Administración pública. Conversión paulina y harto peligrosa. Por ejemplo, cuando el PSOE se enfrenta, por primera vez desde que regresó al poder en 2004, a un problema económico serio -la inflación- MAFO lo tiene claro: echa mano de la misma receta que adoptará Rodrigo Rato, y pide moderación salarial en el país de más bajos salarios de la Europa de los 15 junto a Grecia y Portugal. Moderación salarial en una España donde los salarios crecen al 3% mientras los beneficios empresariales lo hacen al 20 y las plusvalías financieras al 30%. Que es lo que decía el hijo de un editor para el que trabajé años atrás: "Si no les pagas el sueldo de diciembre, papá, tendrás para pagar el Mercedes". Y no, no le asesinamos, aunque estuvimos en un tris. Pero Solbes es mucho más freudiano. La clave de la inflación está en que dejamos una propina de 1 euro, que es una barbaridad. Uno diría que las propinas no incrementan los precios, sino los salarios, especialmente si son voluntarias, como en España, y que, precisamente, aumentan los salarios más bajos, pues, por el momento, no he visto que se otorguen propinas a banqueros, promotores inmobiliarios y rentistas varios. Más bien, se les solicitan. No he oído hablar ni a Solbes ni a MAFO de liberalización del mercado de la alimentación, proponer una modificación de la Política Agraria Común (PAC) o una política energética que abarate el coste -todo lo contrario, Tokio y Bali son brutalmente inflacionistas-, pero podemos quedarnos tranquilos: suprimamos las propinas. De esta forma, la inflación se anulará, el precio de los pisos bajará así como de los alimentos no elaborados. Y es que no interiorizáis el euro, muchachos. Y así, claro está, no hay manera. Eulogio López eulogio@hispanidad.com