Sr. Director:

España no es un país de lectores. Hace escasos años el 25 por ciento de las inversiones publicitarias se las llevaba la prensa diaria, por encima de la televisión; sin embargo, esto ya no es así. El medio televisivo supera con creces a la prensa en las preferencias de los anunciantes a la hora de invertir sus presupuestos.

Esta decisión no sorprende a nadie si tenemos en cuenta que el número de lectores no aumenta a la velocidad de los telespectadores que dedican todos los días más de dos horas a visionar los diversos programas..

Ante este panorama surge la pregunta; ¿es leal la competencia cuando existen canales estatales TVE y las televisiones autonómicas- sufragados con dinero de los contribuyentes, que además actúan en el campo de la publicidad, como si se tratase de una empresa privada?

Esta situación de privilegio de las televisiones públicas no favorece la libre competencia en el mercado de las telecomunicaciones. Las cadenas privadas se han quejado en numerosas ocasiones de esta situación de privilegio de las televisiones públicas. Y no les falta razón.

Aunque el rigor informativo y la objetividad en las noticias televisivas no dependen directamente de los ingresos publicitarios, si son una gran ayuda. 

No obstante, será la calidad de los programas, la posibilidad de ofrecer nuevas opciones al público, la agudeza de los directores, la imaginación, los factores que siempre deben tener en cuenta los directivos de las televisiones privadas, poco favorecidas por el Gobierno.

La respuesta del público ante los diferentes programas emitidos por las televisiones es la prueba del algodón para conseguir las mejores campañas de publicidad. El premio consiste en la supervivencia de los mejores.

Clemente Ferrer Roselló

clementeferrer@yahoo.es