Tras el 14-M, al Partido Popular le quedan pocas zonas de poder. Casi podríamos decir que Galicia, Valencia y Madrid constituyen sus tres pilares (aunque no sean las únicas comunidades autónomas que controlan) de su estrategia. Y Madrid es, por centralidad, capitalidad y nombre, la más importante de todas. Tanto el Ayuntamiento como, sobre todo, la Comunidad, fueron ganadas por la mínima. Aún más, en Madrid, los dos espadas del partido, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, se llevan a matar. Aguirre no le perdona que, durante la crisis Tamayo, con repetición incluida de votaciones, el amigo Gallardón jugase a favor de los socialistas, entre otras cosas cesando, en plena crisis, a alguno de sus altos cargos, con lo que proporcionaba munición al enemigo y encabronaba a sus correligionarios. Además, Gallardón está empeñado en ser el candidato del Partido a La Moncloa, tras el desastre electoral.

Pues bien, a través de Telemadrid (antes regido por Gallardón, ahora por Aguirre), la presidente de la Comunidad de Madrid se está dando cuenta de cuál es el estilo Gallardón, un alcalde cuya principal preocupación consiste en mantener contentos a los medios informativos de izquierda y derecha. Por ejemplo, según el boletín de la central anarquista CGT, el equipo del nuevo director general de Telemadrid, Manuel Soriano, se ha encontrado con unos problemillas:

-No es posible romper el acuerdo con el programa "Todo Madrid", propiedad de Pedro J. Ramírez.

-No es posible romper el acuerdo con Recoletos, por el cual este grupo editorial se encarga de la publicidad de Telemadrid y se lleva un 5% de la facturación. Todo ello hasta el 31 de diciembre, y en caso contrario, indemnizar. 

Ahora se entiende cómo los medios tratan tan bien al alcalde Madrid, un hombre dispuesto a abrir el debate por la sucesión en el próximo Congreso del Partido Popular. Es más, algunos opinan que la ofensiva socialista en Telemadrid, a cuento del tratamiento informativo que se dio al atentado del 11-M, tiene su origen en Gallardón, que prefiere entregar la televisión autonómica al PSOE antes que a su compañera Esperanza