Son los bancos de inversión los que ofrecen a las compañías operaciones de adquisición, opas y otras lindezas. Por ejemplo : hasta el presidente de Telefónica, César Alierta, han llegado cantos de sirena de lo más atractivo. Un poner: que Telefónica se coma a la alemana Deutsche Telekom (DT). La oportunidad es inmejorable: en lo que va de año la operadora alemana ha caído en bolsa un 20% y apenas logra mantener una capitalización de 50.000 millones de euros, mientras que Telefónica, a pesar del incremento de deuda que le produjo la adquisición de O2, ha subido un 5% y ahora vale 65.000 millones de euros.

Sería, además, una buena ocasión para vengarse de la mayor tomadura de pelo empresarial que se ha producido en Europa durante la última década: el precio que se vieron obligados a pagar al gobierno alemán los operadores móviles que querían competir en el mercado germano. A Telefónica la broma le salió por 800.000 millones de las antiguas pesetas (unos 4.800 millones de euros).

Pero, además, los reguladores alemanes convirtieron la instalación de los nuevos operadores en un verdadero vía crucis. Al final, Telefónica abandonó Alemania dejándose en la gatera unos 8.000 millones de euros en total. Ahora que los alemanes exigen que España no ponga ninguna pega a la compra de Endesa por parte de E.ON, no estaría mal que Telefónica opara a su colega DT. Si así fuera, sería previsible una reacción de lo más liberal y respetuosa con las normas comunitarias por parte del gobierno de Berlín, algo parecido a lo que el canciller Schroeder puso en marcha cuando se supo que los norteamericanos de City Group querían opar al Deutsche Bank: en una semana, el gobierno de Berlín amenazó con fusionar los cuatro grandes bancos alemanes.

Pero no, Telefónica no piensa lanzar una operación de este tipo hasta que reduzca su deuda y culmine su actual plan estratégico, es decir, en 2008. Las palabras de Alierta el pasado lunes en la Menéndez Pelayo reclamando más fusiones en Europa sólo eran una comparación teórica entre el atomizado mercado europeo y el concentrado mercado telefónico norteamericano. Pero es una lástima