Sr. Director:
La larga y dolorosa experiencia de la Iglesia católica en los países comunistas, donde ha sido objeto de una metódica persecución, no le ha impedido mantener siempre atentos los oídos para el diálogo y abiertos los brazos para acoger y perdonar a sus verdugos.

 

Nada anormal, por supuesto, pues esa es la esencia misma del cristianismo. Ahora bien, tampoco ha dejado la Iglesia de rechazar, con toda firmeza, el carácter represivo e inhumano de estos sistemas ideológicos, que también en su esencia son la negación de los derechos humanos, en especial de la libertad religiosa y de conciencia.

Valga este recordatorio para entender la callada labor humanitaria que viene desarrollando la Iglesia en Cuba, donde su presencia es tan solo tolerada por el castrismo por razones tácticas y porque no ha podido erradicar la fe en Dios del pueblo cubano.

Jesús D Mez Madrid