¿Recuerdan uno de los momentos más simpáticos de la película 'El Rey León' Es cuando Timón y Pumba observan las estrellas y se preguntan por su naturaleza.

El presuntamente lerdo Pumba las define como "bolas de gas a kilómetros y kilómetros de la tierra", lo que provoca la hilaridad del sabio Timón, quien instruye a su compañero asegurando que, evidentemente, se trata de "luciérnagas, luciérnagas que se quedaron pegadas en esa cosa negriazul de arriba".

Y todo ello me ha recordado la entrevista-encerrona que María Teresa Campos perpetró a Tamara Falcó el pasado sábado en la emisora reina de la telebasura, Tele 5.

Tamara Falcó (en la imagen) es hija de Isabel Preysler pero resulta que se ha convertido al cristianismo y ha decidido que no tiene que esconder su fe. María Teresa, la mujer de mundo, toda una intelectual, la trató como a una deficiente mental, una niña tonta a la que una mujer moderna debía poner en berlina ante la audiencia. ¿Cómo va a ser posible que una chica aspirante a modelo, hija de, se dedicara a rezar Preguntas que María Teresa no dejaría de hacer a cualquiera, digamos, un intelectual orgánico, un empresario, un científico.

Por ejemplo, cuando intentaba que Tamara dijera si se había encamado con este o aquel, aseguraba nuestra sincera profesional de la tele que ella rezaba muchísimo -se la nota- pero que, claro, su independencia le impedía adherirse a las enseñanzas de la Iglesia y que, por ello, era "cristiana pero no católica", deslumbrante declaración que a buen seguro será objeto de estudio por el colectivo de teólogos. "Me estoy divirtiendo muchísimo", clamaba Terelu madre, tan auténtica.  

Pero Tamara no se achantaba. Vencía sus respetos humanos y hablaba de su director espiritual. Y aquello ya fue demasiado para nuestra progresista estrella televisiva. Y entones la Campos se convirtió en Pumba:

-¿Director espiritual Pero tú no sabes que la Iglesia, durante siglos, dijo que la mujer no tenía alma.

La verdad es que la Iglesia jamás dijo eso, ni tan siquiera se lo planteó. Lo que se planteó es si el alma de la mujer era distinta de la del varón. Y naturalmente que lo es, como corresponde a dos fisiologías y dos psicologías distintas, en una especie dotada de cuerpo y alma. Afortunadamente, nada hay más distinto, en cuerpo y en alma a un hombre que una mujer, ambos gozan de igual dignidad y, afortunadamente, no pueden ser más distintos, tanto en su parte material como en su parte inmaterial.   

La verdad es que Tamara ganó el combate, porque, a la postre, hasta los espectadores de Tele 5 saben distinguir, por instinto, la sinceridad de la mala leche.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com