Sr. Director:

A priori todo estaba escrito de antemano o al menos, sopesado el modus operandi apropiado; esa es al menos la conclusión a la que se puede llegar en estos momentos cuando las líneas enfrentadas aparecen en escena con nuevos nexos de unión con los que rencontrar el espacio perdido.

Es evidente que tanto el PP como el PSOE no iban a dejarse arrebatar sus votos sin hacer nada por remediarlo y por el contrario, sin trabajar en conjunto con el objetivo de devolver el prestigio a sus filas. Mientras la reforma de la Constitución sigue en el candelero de las nuevas formaciones políticas generadoras de un populismo exaltado proveniente de la desafección ciudadana hacía los dos principales partidos, que se han estado repartiendo el poder desde la entrada en vigor de la democracia en nuestro país. El socialismo hace cuentas de su caída en picado y vuelve a ponerse del lado del Gobierno actual en esos asuntos con los cuales intentar malograr un nuevo cambio proveniente de otro lado que no sea el suyo o el de su más eterno colaborador el Partido Popular.

No en vano, la tajada a repartir es lo sumamente apetitosa como para dejarla en manos de otros oponentes que ven las cosas de diferente manera, empeñados en sacar de la Constitución artículos obsoletos para con el nuevo modo de vida de la sociedad española después de más de tres décadas de existencia. Es necesario para el PSOE demostrar a sus votantes que las nuevas generaciones del socialismo, lejos de someterse a la voluntad del PP, prefieren trabajar a su lado en la certeza de que, en unos años, volverán a liderar el mando del país por desgaste del anterior.

La ventaja de las estadísticas a veces sobrepasan la realidad de la calle, muchos confían en aquellos que utilizando la demagogia, absorben el interés del ciudadano disconforme que sigue queriendo apostar por su derecho a un voto que no sea en blanco o una  banal abstención. El partido revelación que ha salido a la pasarela política, como es Podemos, debe ahora afianzarse en las próximas elecciones municipales y autonómicas pues sino, nada habrá conseguido llegando a Europa por la puerta grande y quedará como otro voto en la cuneta del que se servirán los mas fuertes.

Y es que ya tenemos bastante en España con esos votos a la izquierda que solo han servido en algunos casos para frenar las maniobras dispuestas en algunos ayuntamientos y de los que nos hemos acostumbrado a mantener en un espacio poco más que reservado. El enfoque de una política actual pasa por unificar los votos de la izquierda para conformar un sistema diferente, con un Estado de Derecho conforme a las necesidades de la sociedad y no con una monarquía rancia, que quiere seguir sobreviviendo en la comodidad del puesto que le dio la historia. Nuestro país se confabula con el Estado Vaticano teniendo entre sus filas a un personaje emérito que todo sea dicho de paso, no vive de un fondo de pensiones complementario a su jubilación; la laicidad de nuestra sociedad debe ser motivo de respeto y no una carga añadida a las cuentas públicas.

Es esa una de las cuestiones por las cuales la Constitución Española debe ser revisada de manera concienzuda por las formaciones representativas de la política en nuestro país para buscar un punto de inflexión que sirva para el progreso de la nación y su financiamiento al puesto que merece en el resto de la Unión Europea. No se trata de preservar dos bandos distintos en un conflicto disimulado como ha ocurrido hasta ahora ni por asomo, una amalgama de identidades políticas que enmarañen nuestro sistema con ideologías al gusto del consumidor, tan sólo se trata de buscar nuevos caminos que lleven a liderar el proyecto de regeneración social, económica y por ende, política, de nuestro país.

El padecimiento social sobrepasa los límites de la dignidad de los ciudadanos, hartos de esperar el final de una crisis infausta que ha acabado con su bienestar y una óptima calidad de vida. Tratados como únicos culpables de una causa abierta en su contra, han perdido poder adquisitivo y han ganado en precariedad laboral, en la falta de recursos básicos para sustentar a sus familias y en la ausencia de esperanza a corto plazo para superar la actual situación.

Cuando todo esto pasa, se descubren nuevos casos de corruptelas políticas, de apropiación indebida o de fraudes a las arcas públicas de las que los ciudadanos deberían de surtirse para cubrir sus necesidades. La Justicia debe de poner a cada uno en el lugar que le corresponde, provenga del lugar o la condición que sea para limpiar la contaminación existente en nuestras esferas.

Juan Antonio Sánchez Campos