La investigación del Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Holanda) y difundido por British Medical Journal ha revelado un mecanismo a través del cual se ha descubierto que los comportamientos emocionales incontrolados, zozobra y abatimiento, llevan al derroche de narcóticos, tras evaluar a casi 2.000 adolescentes.

 

El mismo estudio asevera que el consumo de drogas podría dar lugar a una crecida de los síntomas depresivos entre los adolescentes.

Por otra parte, en Estados Unidos se ha localizado una polémica sobre la dilapidación de los fármacos antidepresivos entre los adolescentes. Algunos eruditos han asociado el consumo de drogas con inclinaciones suicidas entre los jóvenes.

Asimismo, los trances psiquiátricos en la población adolescente son una desazón creciente ya que la mocedad es una etapa de especial conflictividad psicológica. Se suele mostrar con un estado de ánimo flemático, la desidia por las aficiones o relaciones sociales, alteraciones en los hábitos dietéticos, insomnio y un agotamiento constante.

Una vez descubierta la existencia de una crisis depresiva se debe acudir a la ayuda de un facultativo. Hay que tener en cuenta que la adolescencia es un momento de mutaciones leves pero frecuentes. Por todo ello es importante cultivar un cauce de comunicación y saber advertir los cambios en el comportamiento que pueden suponer un trastorno psicológico como indolencia o comportamientos vehementes.

Un estilo de vida errático y enredado supone un deterioro físico que favorece la aparición de realidades patológicas que llevan al derroche atropellado de estupefacientes. El abuso de los narcóticos puede llevar al suicidio.

La droga cuanto más se consume, con más imperiosidad se necesita. El vendedor ofrece al joven incauto que le llevará al paraíso, pero se calla que el precio que deberá pagar no es sólo los de euros que entrega, sino la propia autodestrucción, el deterioro físico y psíquico que transformará el paraíso de unos instantes en un prolongado e insoportable infierno.

Es importante insistir en que el suicidio es un acto morboso, decadente y cobarde.

Clemente Ferrer

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