No hay que preocuparse en exceso porque el Gobierno Zapatero pretenda equiparar las ayudas públicas a las familias monoparentales -es decir, madres solteras, porque padres solteros hay pocos- con las familias numerosas, esto es, aquellos matrimonios que han decidido criar tres o más hijos. No hay que preocuparse porque las ventajas que reciben las familias numerosas en España son ridículas. La progresía gobernante odia la familia, la maternidad y a los hijos. Si por ella fuera, la humanidad se terminaría en una generación. Un detalle: la rebaja en los precios del ferrocarril para los miembros de una familia numerosa es exactamente igual que la de los billetes de ida y vuela… es decir, el que utilizan el 90% de los mortales, porque muy hijos únicos que sean. Respecto a las ayudas para vivienda, mejor no hablar: el número de hijos apenas cuenta. Y a la hora de elegir colegio, la cercanía al domicilio pesa más que el número de hermanos que los padres deben situar en el centro. Eso sí, se trata de otro agravio comparativo, como el de equiparar matrimonio y homomonio, es decir, equiparar a los heterosexuales que mantiene en marcha la noria con su esfuerzo y entrega con los parásitos del gaymonio: hay homosexuales porque alguien se preocupó, no sólo de ser heterosexual, sino de ofrecer hijos al mundo, futuros contribuyentes capaces de mantener en funcionamiento el tinglado de la antigua farsa. O sea, que la nueva media del Gobierno socialista, a propuesta de Izquierda Unida, es una cuestión de fuero, que no de huevo. La familia numerosa española seguirá tan maltratada como siempre, y desde cualquier punto de vista: ayudas públicas, fiscalidad, etc. Es en ayudas a la familia, a pesar de la limosna del cheque-bebé (cantidad ya de suyo ínfima, inferior a las ayudas a la maternidad vigente en Irlanda, Francia, Bélgica, etc.), donde España diverge de forma más acentuada de la Europa de los 15. Sucede algo parecido con las mujeres emprendedoras: los organismos públicos -por ejemplo, la Comunidad de Madrid, regida por el PP- se vuelcan con las mujeres "raras": prostitutas, drogadictas, convictas, madres solteras, etc. Ahora bien, si una mujer "normal", por ejemplo una madre de familia, acude a pedir una subvención para constituirse en autónoma descubrirá que el Gobierno -esta vez del PP, insisto, de doña Esperanza Aguirre- no le ofrece ayuda alguna. No es una cuestión de huevo, sino de fuero. Un insulto más de la progresía a la familia que sostiene el sistema social, el económico y el político: la familia numerosa. Y la respuesta no está en las subvenciones: la respuesta está en el salario maternal: que le Estado pague un salario a la mujer que tiene un hijo, porque se trata de la mayor contribución que hace la mujer al cuerpo social (sí, también a las madres solteras, mientras se preocupen de criar y educar al futuro contribuyente). Habrá que repetirlo: no es la mujer la que está marginada laboralmente, sino la madre. Ahora bien, nada de pesimismos. El futuro es de las familias numerosas. Más que nada, porque el progresismo morirá por consunción. Sólo que, en el entretanto: ¡Menuda murga está dando! Eulogio López eulogio@hispanidad.com