Me encanta esta feria de las vanidades acerca de las fusiones de cajas de ahorros.

La vicepresidenta Salgado, por ejemplo, le traiciona el subconsciente y anima a las cajas de ahorros fusionadas a acudir cuanto antes al FROB, es decir, que no se trataba de matrimoniar entidades para mejorar la solvencia sino para obtener dinero público con lo que convertir cuanto antes a las cajas en bancos. Además, Salgado desea que cada vez sean menos los bancos y las cajas, pues a los políticos siempre les va mejor cuando negocian con un oligopolio que con una multitud. Otrosí, si hay ayudas públicas para la fusión será el Gobierno central -no los autonómicos- es decir, ella misma, quien decidirá quién manda en las nuevas megacajas surgidas de la fusión.

Y así, el inefable Emilio Ontiveros, un buen tipo, por otra parte, le ocurre lo que hoy contamos en Hispanidad: que en Cataluña se ve obligada a defender la fusión de cajas porque le tiene contratado Caixa Catalunya y a negarlas, por las mismas razones científicas, en Galicia porque es Caixanova quien le contrata.

Son dos ejemplos del nefando mundo que acontece cuando decides que la banca no puede quebrar. Y es que en cuanto se introduce el mecanismo de las ayudas públicas se rompe la libre competencia y, lo que es peor, la justicia comparativa.

Hoy -como dice Rodríguez Pina, aunque él no debería decirlo- en Europa se compite en desventaja, dado que algunos bancos, especialmente los ingleses y suizos, han sobrevivido gracias a las ayudas públicas, como en USA, mientras otros bancos, como los españoles, mucho más rentables, han aguantado mejor el temporal.

Comer rascar y sanear todo es empezar y el grifo de subvenciones públicas, es decir, dinero de todos, depositados en manos privadas y a veces malsanas, es un proceso interminable. Pero no sólo no termina sino que es una fuente, asimismo permanente, de agravios comparativos.

Aprendamos la lección -aunque no parece que la hayamos estudiado-: cuando quiebren nuevos intermediarios financieros, lo que hay que hacer es dejarlos quebrar. Y advertir al inversor que cuando elige un intermediario asume la responsabilidad de equivocarse.

Un detalle: el juez acaba de liquidar Afinsa y los clientes de la firma sólo recibirán un tercio de su dinero.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com