Ante la nueva ofensiva laicista del Zapaterismo acerca de los crucifijos, la mejor reacción del creyente debe ser la positiva, por lo que propongo que propaguemos el hermosísimo Soneto a Cristo Crucificado (anónimo, aunque también atribuido a Juan de Ávila  e incluso Lope de Vega, no consta demostración ninguna de la autoría).

 

A Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.