Sr. Director:

No se qué me preocupan más, si las declaraciones o los silencios de Zapatero : con las primeras siempre miente y a los segundos recurre cuando no le conviene hacerlo. Con las primeras transmite mensajes como que el Gobierno no está negociando con ETA; no van a dialogar con un partido ilegalizado; el Gobierno no va a pagar un precio político; del 11M ya se sabe todo; el incendio de Guadalajara es por la acción del hombre y el cambio climático; etcétera, etcétera, etcétera. Y con los segundos insulta: a la inteligencia de los ciudadanos cuando no aborda la negociación con ETA en el debate sobre el Estado de la Nación; a las víctimas cuando no condena los atentados y las cartas de extorsión a empresarios de ETA; y, de nuevo, a los ciudadanos cuando nos hurta la posibilidad de conocer su idea de España, (si es que la tiene, que uno ya empieza a pensar que no, de tanto empeño que pone el gachó en ocultarla).

Siempre he oído dos versiones para definir el verbo mentir: 1. Decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. 2. Ocultar la verdad con intención de engañar. Ambas coinciden en la intención y ambas son aplicables al Presidente del Gobierno; personalmente me quedo con la segunda porque abarca tanto la comisión como la omisión, las declaraciones como los silencios, la palabra hueca y solemne como el silencio atronador. Y porque el Presidente del Gobierno todavía está por demostrar la capacidad de tener un pensamiento lógico, estructurado, bien construido y a largo plazo como el que cualquier ciudadano espera de quienes le gobiernan. O puede que su pensamiento se base en la improvisación, ya que lo esencial en democracia es tener cintura política para poder así doblarse sin llegar a romperse cuando el viento sopla de uno u otro lado. Pero, aun pareciéndome muy grave todo lo anterior, lo es más que el Presidente del Gobierno se crea que somos tontos. Me pregunto si lo hace porque realmente lo somos o simplemente es fruto de la comodidad.

Sinceramente, cualquiera de las dos opciones resulta aterradora porque suponen que nos hemos vuelto incapaces de pensar; o es que ¿no somos conscientes de en qué manos estamos?

Josemaría Tovar Barge

josmart@retena.com