La empresa de ingeniería Indra, especializada en sistemas de información (sobre todo, recuentos electorales) y simuladores de vuelo, se ha convertido en un oscuro objeto de deseo. Como ya informáramos, a Fenosa le gustaría fusionar Indra y Soluziona (empresa de ingeniería especializada en instalaciones energéticas). El plan de Fenosa es simple: Indra se convertiría en el socio industrial, mientras que Fenosa mantendría una participación de referencia.

Sin embargo, el presidente de Indra, Javier Monzón, que mantiene unas espléndidas relaciones con el equipo directivo del consorcio aeronáutico europeo, Airbus, es más proclive a una integración en el consorcio aeronáutico europeo, EADS, que eso sí es ganar tamaño, aunque se trata de otra historia, más pública, más compleja y más militar.

A día de hoy, Indra es una empresa con gran capacidad de generación de recursos pero tiene un problema: su escasa dimensión.

En cualquier caso, el mercado no es ajeno a esta situación. Y eso repercute en la cotización de Indra. Actualmente, Indra tiene una capitalización de unos 2.000 millones de euros y una facturación anual de 800 millones, con un PER bastante alto. Su cotización media de noviembre rondaba los 12 euros, mientras que ahora ha alcanzado los 14, eso por no decir que hace un año se conformaba con los 9,60 euros por título. Además, es uno de los valores más negociados.

Eso sí, en el caso de Indra hay un factor que no conviene olvidar: a todo país que se precie le gusta contar con empresas de ingeniería de alta tecnología. Tras la venta de toda la ingeniería del grupo público SEPI, la verdad es que existen poquísimas empresas en España con lo que podríamos llamar capacidad global de ingeniería, es decir, capacidad de operar en proyectos tecnológicos en distintos sectores.