Naturalmente, el Estado se queda con los activos tóxicos

 

El Santander se quedaría con la red de Levante e Ibercaja con el resto. Ya saben: privatizar ganancias y socializar pérdidas. Y encima, luego no habrá nada que vender. Entretanto, Caixanovagalicia a la espera. El gobernador MAFO ha llevado al suelo el prestigio del Banco de España.
Que la reforma de cajas de ahorros es un desastre ya no es noticia. No es que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) haya actuado tarde es que ha actuado mal y donde no debía actuar en modo alguno. Al final, el culebrón de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) va a terminar como el rosario de la aurora: la idea casi definitiva es que se imponga la tesis de Emilio Botín: que la red de oficinas se reparta entre Santander-Banesto (flojo en la zona levantina) e Ibercaja (el resto). Y, naturalmente, el FROB, o sea, el Estado, se quedaría con un banco donde se colocarían todos los activos tóxicos. Ya saben: privatizar las ganancias y socializar pérdidas, que para eso está el Estado, es decir, todos nosotros. O si lo prefieren: que pague el Estado pero que no mande, porque la palabra nacionalización suena feísima en el capitalista siglo XXI.

Y Caixanovagalicia espera... espera una subvención más larga aún que su nombre. Si MAFO cede, y parece que va a ceder, los gallegos pedirán su parte y luego vendrán otros.

Nunca como con MAFO el prestigio del Banco de España se habrá deteriorado tanto. Nunca el cuerpo de inspectores de la entidad había sido tan marginado por razones políticas. El gobernador sin consenso, y con el carné del PSOE en la boca, ha sumido al sistema financiero en un caos.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com