El que fuera todopoderoso ministro de Economía y Hacienda de Felipe González, Carlos Solchaga, está empeñado en presidirlo todo, ahora que el PSOE ha vuelto al poder. De hecho, acostumbra a hablar en primera persona del plural al referirse a la acción del Gobierno, quizás porque aún se siente miembro del mismo.

 

El caso es que primero se empeñó en suceder a su amigo Alfonso Cortina al frente de Repsol YPF. Le dijeron que no, entre otras cosas porque el presidente de la petrolera cuenta con importantes apoyos en el gabinete, como el de los dos vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes. También cuenta Cortina con otro apoyo no menos importante: el del editor Jesús Polanco. Ya se sabe que o eres amigo de Polanco o tienes poco que hacer en el Gobierno Zapatero.

 

El caso es que, quizás para compensar, a Solchaga se le ofreció el cargo de embajador en Washington, como ya hemos informado en Hispanidad.com. El problema es que es él quien se niega. Desde Madrid, y como asesor de varios gobiernos iberoamericanos (por ejemplo, el argentino) y de grandes empresas españolas, gana mucho más que como embajador ante el imperio. Pero la afición humana no tiene límites, así que Solchaga contraataca ahora solicitando la Presidencia de Telefónica, en cuyo Consejo, en calidad de avanzadilla, quiere colocar a su socio y amigo, el ex consejero de BBVA, José Aureliano Recio. 

 

Solchaga no cuenta con muchos amigos en el Gobierno, al menos, entre los halcones (el titular de Industria, José Montilla, la de Fomento, Magdalena Álvarez, y el medio halcón, más bien gavilán, responsable de Trabajo, Jesús Caldera). Con más simpatía cuenta en la Vicepresidencia Económica, dominada por los moderados Pedro Solbes y Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Pero hay algo que Solchaga debería saber y que parece haber olvidado: José Montilla, responsable de Industria y de Telecomunicaciones, ya ha dejado claro que Telefónica es cosa suya.