"Miguel Sebastián no quiere ser ministro". Así resolvía Pedro Solbes la frustración del ex director del Servicio de Estudios del BBVA tras desinflarse las expectativas de "superministro" de Economía y Hacienda. "Estoy seguro que va a jugar un papel muy importante porque es una persona con unas ideas muy claras, con una experiencia económica enormemente útil y, por supuesto, habrá que contar con él a fondo", señaló el hasta ahora comisario europeo de Asuntos Económicos.

Un poco de crema que nunca viene mal. Enemigos, los justos. Porque, además, Sebastián ha sido el artífice del gran mensaje económico socialista: déficit cero, productividad y lucha contra el fraude. El de Solbes, sin embargo, se parece bastante al emitido por Mariano Rajoy durante la campaña electoral: desempleo, precariedad laboral y los precios de la vivienda. Unos "problemas" que, a su juicio, "hay que resolver".

Unas declaraciones que no se ha tomado muy bien el ministro de Hacienda en funciones. Cristóbal Montoro respondía que esperaba que los socialistas resolvieran la mitad de los problemas atajados por los populares. Una línea de ataque dura, similar a la emprendida por Aznar con la denuncia de los "poderes fácticos fácilmente identificables", tras conocerse el "Manifiesto de la Gran Vía".