¿Qué hará el Gobierno en caso de que una empresa extranjera presente una contraopa?, le preguntaron hace algunas semanas al vicepresidente económico, Pedro Solbes. Me importa un rábano la nacionalidad de las empresas, el Gobierno resolverá con criterios de competencia y en defensa de los derechos del consumidor. La posición es nítida: Economía es partidaria de no intervenir y dejar que sea el mercado quien resuelva el resultado de la operación.

No opinan lo mismo en Industria. Algunas informaciones apuntan a que Montilla es partidario de utilizar la acción de oro sobre Endesa, con vigencia hasta el 8 de junio de 2007. De hecho fue Industria quien aseguró al entorno de La Caixa que estuvieran tranquilos que el gobierno garantizaba la españolidad de la compañía. En la mañana de este miércoles 22, el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ya ha dejado claro en la sesión de control ante el Senado que no tiene intención de utilizar la acción de oro.

Sin embargo, utilizar el derecho de veto del Gobierno español, resulta poco estético además de poco justificable ante Bruselas. Además resultaría poco coherente con haber iniciado en diciembre el proyecto de ley para derogar las acciones de oro. Tampoco existe margen para aplicar el decreto Rato de 1999 que impedía las compañías extranjeras con más de un 3% de capital público tomar los derechos políticos de las empresas españolas salvo aprobación por parte del Consejo de Ministros. El capital del Estado de Baviera en E.ON es de apenas un 3%.

¿Qué puede hacer Montilla? Aplicar un veto light. A saber: trasponer directivas que dificulten el negocio de Endesa, dormir los expedientes para que Endesa cobre los CTCs, apretar las inspecciones a las instalaciones de Endesa, alargar el periodo de las centrales nucleares de manera asimétrica. O sea, poner palos en las ruedas.

E.ON lo conoce. Suponemos que lo descuenta. Pero sigue adelante. Calcula que el insignificante peso político de España en la UE dificultarán estas maniobras. Zapatero tiene poco que decir a una Merkel a la que calificó de perdedora y la Comisión Europea está muy pendiente para evitar que se produzcan en España movimientos de patriotismo empresarial similares a los ocurridos en Italia.

Gas Natural se ha quedado compuesto y sin novio; el Gobierno, con la brocha en la mano; y los españoles estamos ante el principio del inicio del fin de la gran industria española.