El responsable de Administraciones Públicas se sitúa en las quinielas por delante de Miguel Sebastián. Problemas de salud y la subida de tipos y del crudo predicen un escenario económico difícil. La remodelación provocada por la marcha de Montilla puede retrasarse hasta septiembre, pero el cambio en el Banco de España debe hacer en el mes de julio. Solbes no cree en la curva de Laffer, ergo, seguirán los impuestos altos en España

El pasado viernes 2 los periodistas que cubrieron el Consejo de Ministros, de sesgo económico, se encontraron con muchas sorpresas. Ante los medios, comparecían los dos vicepresidentes: María Teresa Fernández de la Vega y el vicepresidente económico, Pedro Solbes. Lógico, por cuanto se trataba de proporcionar los primeros esbozos del Presupuestos General del Estado para 2007, con cuadro macroeconómico incluido. Al final, un incremento del gasto del 6,7%, política de mantenimiento del déficit público como prioridad y todo lo demás, previsible: por ejemplo, la convicción de todos, salvo del titular de Economía, de que la previsión oficial de inflación se hacen para no cumplirse. En su conferencia de la mañana del lunes 5, en el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Solbes insistió en más de lo mismo.

Pero el viernes las sorpresas entre los medios fueron mayores. En primer lugar, por el discurso de Teresa Fernández de la Vega, en el que se refirió precisamente ella, que siempre ha sentido aversión por la economía- a la buena marcha de la economía y se dedicó a alabar a su compañero Solbes, sentado a su vera. Precisamente doña Teresa, que no frecuenta otros ditirambos que los dirigidos a una compañera de género. Precisamente a don Pedro, a quien doña Teresa no ha soportado nunca. Alguno de los periodistas presentes considera que no era un elogio : era una elegía, una despedida. Y es sabido que los políticos siempre están dispuestos a conceder a sus pares el homenaje de un funeral en toda regla.

Por cierto, doña Teresa, a pesar del carácter casi monográfico del Consejo, no dio la palabra a ningún periodista especializado en economía.

A Solbes le llaman el chino, en parte por su fisonomía, cuyo origen algunos remontan a las inmigraciones de ciudadanos chinos en su Levante natal, allá por los siglos XIX y XX. Y como buen chino es hombre de pocas palabras. El económico no respondió a los elogios, e hizo una intervención parca en palabras. La peña periodística intentó un último esfuerzo, en los corrillos post-conferencia de prensa.

Allí no pudo escaparse, pero estaba claro que el vicepresidente económico lo tiene claro. Si fuera cierto que -como sostenía el economista francés Laffer- la rebaja de impuestos generará mayor recaudación, lo que habría que hacer es situar los impuestos a cero. Así se lo explicó a Hispanidad.com tras preguntarle sobre si la previsión de ingresos fiscales para 2007 tienen en cuenta el 'efecto Laffer'. En definitiva, no habrá cambio en el modelo económico : prioridad máxima en el déficit público, impuestos altos -la presión fiscal en España ha vuelto a subir con el gobierno socialista, especialmente si lo medimos en relación a los salarios medios- y viviendas caras.

Para el ministro de Economía, Laffer no existe. O dicho de manera más técnica: Solbes no considera que estemos en la parte bondadosa de la curva de recaudación en la que al rebajar los impuestos, la liberación de dinero en el sector privado, produciría tal actividad económica que mejoraría la base imponible y por tanto la recaudación. No, no es lo que piensa don Pedro. Y eso es lo que explica una reforma fiscal más bien modesta. Cada punto de rebaja significa menor recaudación. Quizás por eso Solbes prefería hablar de reforma más que de rebaja.

Todo ello con un Solbes de expresión dura, no muy contento con los elogios de la Vicepresidenta y, esta es la clave, empeñado en abandonar la Vicepresidencia económica. En primer lugar porque el partido, y el secretario de Estado de Economía, asesor personal de Zapatero, Miguel Sebastián, no se resigna a obedecer a Solbes y porque, desde la misma composición del Gobierno, ha habido dos políticas económicas: la socialista y la de Pedro Solbes mucho más capitalista, mucho más financiera. El ejemplo típico ha estado en el tratamiento de la OPA de E.ON. Para el ex comisario Solbes, la Unión Europea constituye una unidad y no se puede poner cortapisas a la oferta germana. Otros, por ejemplo el ministro Montilla, no lo vean así. Además, no nos engañemos. Solbes se ha ido ganando su autoridad sobre le resto de Departamento económicos a costa de darle ultimátum a Zapatero : O esto, o me marcho.

Cuestiones de salud: los dolores de espalda no son nada grave, pero sí muy molestos, sobre todo para la agenda de un vicepresidente económico. A Solbes le cuesta seguir el ritmo que le impone una agenda de sus características, el mismo ritmo que, por ejemplo, entusiasma a Rodríguez Zapatero.

Otra razón para pedir el relevo : el próximo jueves es muy probable que el Banco Central Europeo aproveche su reunión de Madrid para anunciar, quizás por boca del mismísimo gobernador del Banco de España, gobernador saliente, Jaime Caruana, una revisión al alza del precio oficial del dinero. Dicen que incluso podríamos estar hablando de un cambio de tendencia firme, al alza, claro está una de las peores noticias para los españoles, endeudados hasta las orejas en la compra de viviendas. Una vivienda que, por cierto, Solbes se ha encargado de animar con sus esquemas liberales, cerrando el paso a una de las ministras con las que menos se entiende: la titular de vivienda, María Antonia Trujillo.

No sólo van a subir los tipos y no va a bajar la vivienda: también va a subir el petróleo, otro golpe para la economía española, que presenta el haber de un fuerte crecimiento y el debe de una inflación que empieza a resultar preocupante, por encima del 4%. Con los sueldos bajos imperantes en España, la inflación representa un verdadero golpe a las clases más desfavorecidas. En la mañana del lunes, el barril de Petróleo Brent se situaba en los 72,19 dólares, encajando así la amenaza iraní de bloquear el suministro de petróleo a Occidente.

Conclusión. Pedro Solbes insiste a Zapatero : quiere marcharse. Le encantaría jubilarse como gobernador del banco de España, y por eso hizo algo tan raro como obligar a Miguel Ángel Fernández Ordóñez a abandonar la Secretaría de Estado y entrar en el Consejo de la autoridad monetaria, o más bien supervisora. Un camino un poco alambicado : si quieres nombrarle gobernador, lo anuncias y en paz, no lo haces por etapas.

Y ojo, Solbes ya ha perdido toda esperanza de que su marcha coincida con la del titular de Industria, José Montilla otro de los perpetuamente enfrentados al liberal Solbes- a Cataluña para intentar conquistar la Presidencia de la Generalitat. El cambio en el Banco de España está previsto para el 6 de julio. Por contra, lo más probable es que las elecciones catalanas se convoquen el 1 de septiembre y se celebrarán muy a finales de octubre o primeros de noviembre.

De entrada, la respuesta de Zapatero es muy clara: no quiere que Solbes se marche. Este hombre tranquiliza a los mercados, le ha proporcionado el manto de respetabilidad que precisaba su ignorancia económica. Por eso le eligió a él, y no a Miguel Sebastián ni a Jordi Sevilla, responsable de asuntos económicos del PSOE durante los años de oposición. Pero un presidente no puede detener a un responsable de Economía contra su intención obcecada (recuerden la dimisión de Miguel Boyer a Felipe González) de marcharse en aras de una vida mejor e incluso de una pensión mejor.

Si eso se produjera, el recambio en el que piensa Zapatero no es otro que Jordi Sevilla, actual responsable de Administraciones Públicas del Gabinete, ministerio donde se ha comprobado su corrección habitual, sin estrépitos, algo que tanto gusta a los presidentes del Gobierno. Además, es un hombre que procede del propio Gobierno, y eso debe tenerse muy en cuenta.

Mientras tanto, no esperen cambios. Recuerden. Solbes no cree en la curva de Laffer. Es decir, seguimos con impuestos altos y salarios bajos. Al parecer. Es la clave del éxito, la receta para que la economía marche bien aunque las economías particulares no marchen tan bien.