El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lo había dejado claro : No será lo comido por lo servido. En cambio, el vicepresidente Solbes había sugerido que el recorte de tipos se vería compensado de alguna manera quedando un efecto más o menos neutro.

El pasado viernes se tuvo que mojar. Soplar y sorber no puede ser. Y señaló que el efecto de la reforma fiscal sobre el IRPF no tendría un efecto neutro, sino coste para la Hacienda. Eso sí, moderado, siempre que se garantice la suficiencia financiera para la ambición de gasto del Gobierno.

Una ambición, por cierto, moderada. Porque aunque el Gobierno ha vendido a diestro y siniestro la Ley de Dependencia como una de las patas del Estado del bienestar, Solbes reconoce que encaja perfectamente en las previsiones presupuestarias, que contemplan unos modestos 100 millones de euros destinados a estos fines.

En cuanto al impuesto sobre sociedades, también se reformará en este ejercicio, aunque en dos fases, según el vicepresidente económico. Y aquí sí que el recorte de tipos irá acompañado de un ambicioso recorte de deducciones que pueden dejar lo comido por lo servido. El objetivo, según Fernández Ordóñez, es beneficiar a esos empresarios que no leen el BOE ni lo deben de leer. Eso, que es aburridísimo...