El discurso fiscal del vicepresidente segundo ha sido, además de opaco, lejano a los eventuales recortes de impuestos. "Haremos una reforma fiscal que en todo caso garantice la ambición de gasto de este Gobierno". Pues bien, Solbes ha sido ahora más claro y afirma que para cumplir con esa ambición, nada mejor que rebajar impuestos. Eso permitiría liberar recursos al mercado que creará riqueza sobre la que tributar, mejorando así la recaudación y permitiendo cumplir con las ambiciones del programa socialista. 

De esta forma, el ministro de Economía, verbaliza por vez primera su fe en el credo de las bondades de Laffer. ¡Bingo! Y no sólo eso, sino que Solbes reitera su posición favorable a la deducción por vivienda y por fondos de pensiones. Al fin y al cabo, esta última es un invento suyo. Incluso llega a proponer la extensión de esta desgravación también a los seguros de dependencia, ya que en España ya existen más de dos millones dependientes. 

Y metidos en faena, Solbes reitera su doctrina en relación a RTVE: La asunción de la deuda por parte del Estado sin que se modifique el modelo, no es admisible. Y sobre la financiación autonómica: "La solución no pasa por aumentar los traspasos financieros del Estado a las Comunidades Autónomas". O sea, sembrado. 

Solbes se debe de sentir fuerte tras la defunción temprana del pomposo Plan de Dinamización, presentado por la también pomposa unidad de productividad dirigida por su "amigo", Miguel Sebastián, de profesión fontanero, amigo de las insidias internas en materia económica. El ministro de Economía ha dado un puñetazo encima de la mesa. A su modo. Con moderación, sin subir el tono. Pero puñetazo, al cabo. A ver cuánto dura.