Más que en una segunda recesión estamos en la segunda parte del mismo partido. No es una nueva crisis, es la misma crisis que llevamos padeciendo desde 2007. No es crisis global, sino occidental.Su origen no es económico, es financiero. La culpa no la tienen los trabajadores, sino los intermediarios; no la tienen los empresarios, sino los rentistas. Y, sobre todo, la tienen los gobiernos, que son los que han creado una burbuja de deuda soberana sin precedentes y han obligado al sistema bancario a comprar esa deuda.

¿Desde 2007 hemos ido solucionando la crisis? No, hemos caminado en la misma dirección que nos ha llevado al desastre, en dirección opuesta a la salida y ahora nos encontramos en el centro del laberinto. Los expertos del mercado piden al Banco Central Europeo (BCE) que rebaje los tipos, es decir, que siga aumentando la burbuja. Pues no: así estaremos en crisis permanente.

La salida lógica a esta crisis pasa por primar la economía real sobre la financiera. Considerado el mundo en su conjunto, las medidas a tomar serían estas:

1.Imponer un salario mínimo a nivel mundial. Con eso se evitaría que se impusiera el modelo chino, o fuerte crecimiento económico a costa de salarios de miseria. No se puede hablar de mercado global con unas rentas tan dispares como las que existen entre Occidente y Oriente, entre el primer mundo y los emergentes.

2.Dejar que los bancos quiebren y reducir el tamaño del Estado. No son dos objetivos distintos, es el mismo. Los gobiernos emiten deuda soberana sin límite. Luego, los mismos gobiernos y los bancos centrales, les obligan a los bancos a comprarla, con lo cual las entidades se quedan sin dinero que ofrecer a la economía real. Al final, los bancos quiebran y tenemos que salvarlos con más emisiones de deuda, con más burbuja. Por tanto, si un banco está quebrado lo que hay que hacer es proteger al depositante y dejarlo quebrar. Y si el Estado reduce su papel, el pueblo tendrá más libertad.

O se aplican estas dos medidas clave o habrá que volver al proteccionismo y renunciar al mercado global. Porque el proteccionismo es la única forma de que un país donde sus ciudadanos cobran salarios dignos -lo que, por si alguien no se había enterado, es bueno, no malo- pueda competir en un mercado abierto con las mercancías de otros que pagan salarios de miseria.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com