Este miércoles analizábamos las ausencias en la T4 de Barajas. No ha sido todavía pisada ni por Zapatero, ni De la Vega ni tampoco Alonso. Pero se nos olvidaron dos personajes: SM el Rey Juan Carlos y su hijo, el heredero de la Corona, el Príncipe de Asturias. Ellos sí estuvieron presentes cuando se produjo la catástrofe del Prestige. Pero esta vez han preferido mantenerse ausentes. Los más malévolos aseguran que la diferencia es que entonces gobernaba Aznar y ahora Zapatero. Los más bondadosos afirman que entonces gobernaba alguien que respetaba la Corona y ahora gobierna alguien que califica al Rey de muy republicano.

Sea como sea, no han estado. Quizás porque han sucumbido a las presiones de Moncloa, quizás porque protocolariamente no querían dejar en mal lugar a Zapatero acudiendo antes que él. El caso es que no se les ha visto. Y ahora que Zapatero se ha dignado a pisar en la mañana de este jueves la dichosa terminal, ya no ha excusa. Mi energía y determinación ahora es hoy, si cabe, mucho mayor. O sea, que el presidente va a seguir adelante con el proceso tal y como pronosticara Mayor Oreja.

Si no lo hicieran, sería una pena, porque la Corona española sigue teniendo su predicamento en Hispanoamérica y que SM hubiera acudido a la zona cero y hubiera abrazado a los familiares de los ecuatorianos fallecidos hubiera sido un gesto de hermandad mucho más potente que todas las cumbres iberoamericanas juntas. Todavía está Ud. a tiempo, señor.