Sr. Director:
Como los principales sindicatos españoles no son independientes, no se puede uno fiar de lo que dicen, pues no se sabe si sus propuestas son las convenientes para los trabajadores o son las que sólo convienen a los partidos que apoyan.

Así, por ejemplo, es evidente el distinto comportamiento que tuvieron con los gobiernos de ZP, cuando se estaba generando la crisis, al de ahora, cuando se trata de superarla. Por eso, pienso que sería deseable que los sindicatos, además de seguir reivindicando lo que crean conveniente, creasen y dirigiesen algunas empresas para que sirviesen de modelo a las demás.

Así, aquellas medidas que tomasen y diesen buenos resultados en sus propias empresas se las podrían exigir, con una gran autoridad moral, a otras empresas. También, por otra parte, veo cómo muchas personas relevantes de izquierdas critican duramente las medidas de austeridad, proponiendo como alternativa las de crecimiento, pero no dicen nada de cómo conseguir esto último.

Hay que crear riqueza, dicen. Y yo me pregunto: pero ¿quién ha de hacerlo, si lo único que tiene el Estado son las deudas heredades? Y, si han de hacerlo los particulares, ¿por qué no se ponen manos a la obra los que critican las medidas de austeridad? Es evidente que a todos nos gustaría superar la crisis mediante el crecimiento y no con la austeridad, pero cuando lo primero no es factible, no queda más remedio que recortar en muchas cosas prescindibles para poder seguir pagando lo realmente necesario.

Nuestros amigos de izquierdas deberían tomar nota de lo que está sucediendo con Hollande: hace nada hablaba de tomar ciertas medidas, muy jaleadas por ellos, y ahora tiene que poner en práctica las contrarias, los recortes. Y es que una cosa es predicar y otra, dar trigo.

Vicnu Sánchez González